jmm00044
29 marzo 2011, 18:19
Filosofía de la liberación - Enrique Dussel [4ª ed., 1996]
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/enrique.jpg
Desde Heráclito hasta von Clausewitz o Kissinger, "la guerra es el
origen de todo", si por todo se entiende el orden o el sistema que el dominador del mundo controla por el poder y los ejércitos. Estamos en guerra. Guerra fría para los que la hacen; guerra caliente para los que la sufren. Coexistencia pacífica para los que fabrican las armas; existencia sangrienta para quienes son obligados a comprarlas y usarlas. El espacio como campo de batalla, como geografía estudiada para vencer estratégica o tácticamente al enemigo, como ámbito limitado por fronteras, es algo muy distinto a la abstracta idealización del espacio vacío de la física de Newton, o al espacio existencial de la fenomenología. Dichos espacios son ingenuos, irreales, no-conflictivos.
El espacio de un mundo dentro del horizonte ontológico es el espacio del
centro, del estado orgánico y autoconsciente sin contradicciones porque es
el estado imperial. No hablamos del espacio del claustrófobo o del agorófobo.
Hablamos del espacio político, el que comprende todos los espacios, los
físicos existenciales, dentro de las fronteras del mercado económico, en el
cual se ejerce el poder bajo el control de los ejércitos. No advertidamente la
filosofía nació en este espacio. Nació en los espacios periféricos en sus
tiempos creativos. Poco a poco fue hacia el centro en sus épocas clásicas, en las grandes ontologías, hasta degradarse en la mala conciencia de las edades morales o, mejor, moralistas.
zip 1,6 mbs pdf 228 paginas
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Desde Heráclito hasta von Clausewitz o Kissinger, "la guerra es el
origen de todo", si por todo se entiende el orden o el sistema que el dominador del mundo controla por el poder y los ejércitos. Estamos en guerra. Guerra fría para los que la hacen; guerra caliente para los que la sufren. Coexistencia pacífica para los que fabrican las armas; existencia sangrienta para quienes son obligados a comprarlas y usarlas. El espacio como campo de batalla, como geografía estudiada para vencer estratégica o tácticamente al enemigo, como ámbito limitado por fronteras, es algo muy distinto a la abstracta idealización del espacio vacío de la física de Newton, o al espacio existencial de la fenomenología. Dichos espacios son ingenuos, irreales, no-conflictivos.
El espacio de un mundo dentro del horizonte ontológico es el espacio del
centro, del estado orgánico y autoconsciente sin contradicciones porque es
el estado imperial. No hablamos del espacio del claustrófobo o del agorófobo.
Hablamos del espacio político, el que comprende todos los espacios, los
físicos existenciales, dentro de las fronteras del mercado económico, en el
cual se ejerce el poder bajo el control de los ejércitos. No advertidamente la
filosofía nació en este espacio. Nació en los espacios periféricos en sus
tiempos creativos. Poco a poco fue hacia el centro en sus épocas clásicas, en las grandes ontologías, hasta degradarse en la mala conciencia de las edades morales o, mejor, moralistas.
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