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Pablo Chavarría
16 julio 2011, 00:56
Muerte de Cabral eleva percepción de inseguridad en el país

El aparentemente fortuito asesinato del artista argentino Facundo Cabral, el sábado pasado a manos de un grupo de sicarios en Guatemala, ha incrementado la percepción de inseguridad y violencia en el país y desatado señalamientos sobre si éste es un “Estado fallido”.


Según cifras oficiales guatemaltecas, en este país centroamericano se produjeron en 2010 unas 41.5 muertes por cada 100 mil habitantes, muy por encima de la media mundial de ocho homicidios por cada 100 mil habitantes, y a la de 14.9 de Latinoamérica, según cifras de la Organizaciones de Estados Americanos (OEA).

El presidente guatemalteco, Álvaro Colom, rechazó en una reciente entrevista que su país se haya convertido o este en camino de ser un “Estado fallido o un narcoestado”, como han advertido algunos analistas e incluso sectores políticos nacionales y de la región.

“Decir eso es una gran irresponsablidad”, afirmó el mandatario con el argumento de que aunque existen “altos niveles de criminalidad”, el Estado guatemalteco “hace esfuerzos por fortalecer las instituciones” y por obtener resultados en la “lucha abierta” que mantiene en contra de los criminales.

Origen de violencia

La mayor parte de la violencia es generada por los grupos del narcotráfico y del crimen organizado que operan en el país, a los que “se les han dado golpes importantes” que los medios no reflejan con la misma magnitud que los crímenes, se quejó el presidente.

“En más de la mitad de los asesinatos que pasan (en el país cada día) están los narcos y el crimen organizado”, y los otros son parte de la delincuencia común que tiene orígenes y motivaciones diferentes a los de las grandes mafias, añadió Colom.

Factores como la impunidad, patentada en que solo dos de cada 100 casos consigue justicia, según la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), alimentan la violencia, así como también la cantidad de armas ilegales en las calles y el accionar de las peligrosas pandillas.

Cada día, según estadísticas oficiales presentadas en una reciente cumbre sobre seguridad regional celebrada en Guatemala, un promedio de 52 personas son asesinadas en Centroamérica, lo que convierte a la zona en una de las más violentas del mundo pese a no estar inmersa en una guerra convencional.

En Guatemala, el incremento de los hechos de violencia coincide con la penetración de los carteles mexicanos de narcotraficantes que han mudado a Centroamérica sus bases de operaciones, según analistas locales.

A estas estructuras se les atribuyen los crímenes de mayor impacto, como la matanza de 27 campesinos en mayo pasado en un finca del norte guatemalteco o el asesinato esta semana de seis miembro de una misma familia dentro de su casa en las afueras de la capital del país, en una escena que no es ajena a la realidad nacional.

El ataque en el que falleció Cabral, según las autoridades, también habría sido obra de grupos criminales de la región que buscaban cobrar “cuentas pendientes” al empresario nicaragüense Henry Fariña, el promotor de su gira de conciertos y quien llevaba al cantautor hacia el aeropuerto en el momento del atentado.

Crimen Cabral magnifica situación

El sociólogo guatemalteco Gustavo Berganza, especialista en medios de comunicación, dijo que aunque existe una “evidente crisis” generada por la violencia en Guatemala, hechos como el asesinato de Cabral tienden a “magnificar” esa situación.

“Hay que tomar en cuenta quién era la víctima para explicarse el por qué de la amplia cobertura mediática” , la cual profundiza la percepción negativa sobre “la imagen de Guatemala como un país violento”, precisó Berganza.

Haber aclarado en 72 horas el ataque en el que murió Cabral, ha dicho el presidente Colom, servirá para “mejorar” la imagen de Guatemala a nivel internacional, porque es una muestra de que “las cosas se están haciendo bien”.

Después de la condena internacional por la muerte del cantante, aseguró el mandatario, “empezaron a llegar las felicitaciones de varios presidentes de América Latina” por la rapidez con que las autoridades reaccionaron y obtuvieron resultados.

Sin embargo, las sensaciones que se perciben en las calles entre los guatemaltecos de a píe siguen siendo de miedo, estrés y desesperación debido a la inseguridad.

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Pablo Chavarría
17 julio 2011, 13:02
Otras investigaciones de crímenes avanzan con lentitud

El avance de las investigaciones del crimen contra el trovador argentino Facundo Cabral no es el mismo para el resto de víctimas de la delincuencia, ya que en un lapso de ocho días, también murieron 58 personas, cuyos casos aún no han sido resueltos.


Desde el fatídico sábado 9 de julio último, cuando Guatemala estuvo en boca de todo el mundo por la muerte de Cabral, hasta ayer, fueron asesinadas 54 personas por arma de fuego, además de cuatro degollados. De los ultimados, 47 son hombres, y seis, mujeres.

Las autoridades solo han dado cuenta de lo ocurrido en el caso del artista argentino, mediante investigaciones en las que colaboró la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig).

Sin avances

Casos por investigar hay suficientes, como la matanza de seis personas, el 12 de julio recién pasado, en la 7a. avenida y 9a. calle, zona 1 de Mixco.

En ese hecho fueron hallados los cadáveres de Ezequiel Cruz Reyes, de 50 años; Andrea, Claudia Marina y Dora Esperanza Cruz Reyes; José Cotzajay, 26; y Édgar Cotzajay, 29, en un inmueble.

Las autoridades dijeron que se trató de un ataque vinculado con narcotráfico, por haber encontraron droga en el lugar, pero hasta ayer no había ninguna captura ni mayores avances en las pesquisas, a pesar de que hay un testigo.

También figura el hallazgo de cuatro cadáveres, el viernes último, en el río Las Cañas, en la aldea Ojo de Agua, Nueva Santa Rosa, Santa Rosa.

El Ministerio Público (MP) informó que las cuatro víctimas fueron sacadas de una fiesta por hombres armados y los cuerpos, que tenían señales de tortura, fueron degollados.

En todos los casos, los investigadores del MP y de la Policía Nacional Civil esperan descubrir los móviles mediante declaraciones de testigos y evidencias, pero en muchos casos no tienen éxito.

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