leodrom
17 julio 2018, 16:42
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Sinvergüenzas - Isabel Conde
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Príncipe sin Beneficios:
Mi nombre es Victoria Sandal y me gano la vida como modelo. En la “jet set”, la vida siempre tiene dos caras. La que todo el mundo envidia, y la que nadie quiere ver. Esta novela va sobre ambas partes, te guste o no. ¿A qué me refiero?
Raúl es un futbolista de élite. Primera división, reconocimiento internacional, equipo ganador de “Champions League” y bla-bla-bla. También es un mujeriego empedernido y yo, por ser una de las mujeres más atractivas — y solteras con cierta inteligencia y saber estar — soy su prometida.
Por supuesto, Raúl quería una mujer con la que pasear por la calle y tranquilizar a la prensa mientras, a sus espaldas, se acostaba con la mitad de la población femenina del país. Y por supuesto, quería una que no se escandalizase por cosas así. Esa mujer era yo.
No obstante, el problema viene cuando, poco a poco, descubrimos que somos “tal para cual”. Él es un mujeriego sinvergüenza, y yo una aprovechada sin escrúpulos. Encajamos perfectamente. No estaba, para nada, en mis planes tener sexo con él. Ni aún en la noche de bodas. Pero pasó.
Y ahora viene lo realmente difícil… sobrevivir a los infiernos y los defectos del otro. Al fin y al cabo, sólo nos llevamos bien durante una actividad concreta; sexo.
El Ex de mi Mejor Amiga:
Según mi casero tenía un mes para dejar el piso y… sólo se me ocurría un sitio decente al que mudarme; el piso de Nacho y Carlos. Tenía tres habitaciones, Nacho era uno de mis mejores amigos, aún llorando la pérdida de su ex, y Carlos salía con mi mejor amiga, así que en principio debería tener un semestre pacífico en el último año de universidad.
No podía estar más equivocada.
Mi mejor amiga rompe con Carlos, y la cosa se complica. Bastante. Para empezar, porque había que reconocer que el chico, entre sus ojos de fuego y sus bíceps de acero, era muy apetecible, y para acabar porque yo llevaba bastantes meses sin sexo. Demasiados.
Errores fueron cometidos, preservativos fueron usados, y ahora estoy perdida por Carlos, entre la espada y la pared mientras mi mejor amiga no se entera de nada. Así que, la pregunta natural es; ¿Y ahora, qué?
El F*llador de al Lado:
Acababa de mudarme a una urbanización tranquila, familiar y silenciosa.
O eso creía, ya que el casero se olvidó de comentarme un pequeño detalle;
Mi vecino es un cretino que se pasa por la piedra a una tía distinta cada noche.
Noche sí, y noche también. O casi.
Los tres primeros días me hizo gracia que se escuchasen gemidos como si estuviesen rodando una película porno, y que la mesa vibrase como si la NASA estuviese poniendo un puto satélite en órbita al otro lado de la pared.
Ahora ya es tan gracioso, así que me planté en su puerta en pleno polvo a las 3 de la mañana, que una tiene que dormir. Me abrió a torso desnudo, enseñando unos abdominales para rallar queso y sudando, con una toalla en los hombros.
Se quedó pálido como la cera y se disculpó; pensaba que aún no se había mudado nadie a mi piso.
Al día siguiente se plantó en mi casa con noséquéplato japonés para disculparse. Ya me había masturbado dos veces pensando en él, pero que supiera cocinar era todo un bonus.
No sé muy bien cómo, pero esa noche me puso en órbita. Pero bien puesta./4040
Formatos: epub / mobi / pdf
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Español
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Príncipe sin Beneficios:
Mi nombre es Victoria Sandal y me gano la vida como modelo. En la “jet set”, la vida siempre tiene dos caras. La que todo el mundo envidia, y la que nadie quiere ver. Esta novela va sobre ambas partes, te guste o no. ¿A qué me refiero?
Raúl es un futbolista de élite. Primera división, reconocimiento internacional, equipo ganador de “Champions League” y bla-bla-bla. También es un mujeriego empedernido y yo, por ser una de las mujeres más atractivas — y solteras con cierta inteligencia y saber estar — soy su prometida.
Por supuesto, Raúl quería una mujer con la que pasear por la calle y tranquilizar a la prensa mientras, a sus espaldas, se acostaba con la mitad de la población femenina del país. Y por supuesto, quería una que no se escandalizase por cosas así. Esa mujer era yo.
No obstante, el problema viene cuando, poco a poco, descubrimos que somos “tal para cual”. Él es un mujeriego sinvergüenza, y yo una aprovechada sin escrúpulos. Encajamos perfectamente. No estaba, para nada, en mis planes tener sexo con él. Ni aún en la noche de bodas. Pero pasó.
Y ahora viene lo realmente difícil… sobrevivir a los infiernos y los defectos del otro. Al fin y al cabo, sólo nos llevamos bien durante una actividad concreta; sexo.
El Ex de mi Mejor Amiga:
Según mi casero tenía un mes para dejar el piso y… sólo se me ocurría un sitio decente al que mudarme; el piso de Nacho y Carlos. Tenía tres habitaciones, Nacho era uno de mis mejores amigos, aún llorando la pérdida de su ex, y Carlos salía con mi mejor amiga, así que en principio debería tener un semestre pacífico en el último año de universidad.
No podía estar más equivocada.
Mi mejor amiga rompe con Carlos, y la cosa se complica. Bastante. Para empezar, porque había que reconocer que el chico, entre sus ojos de fuego y sus bíceps de acero, era muy apetecible, y para acabar porque yo llevaba bastantes meses sin sexo. Demasiados.
Errores fueron cometidos, preservativos fueron usados, y ahora estoy perdida por Carlos, entre la espada y la pared mientras mi mejor amiga no se entera de nada. Así que, la pregunta natural es; ¿Y ahora, qué?
El F*llador de al Lado:
Acababa de mudarme a una urbanización tranquila, familiar y silenciosa.
O eso creía, ya que el casero se olvidó de comentarme un pequeño detalle;
Mi vecino es un cretino que se pasa por la piedra a una tía distinta cada noche.
Noche sí, y noche también. O casi.
Los tres primeros días me hizo gracia que se escuchasen gemidos como si estuviesen rodando una película porno, y que la mesa vibrase como si la NASA estuviese poniendo un puto satélite en órbita al otro lado de la pared.
Ahora ya es tan gracioso, así que me planté en su puerta en pleno polvo a las 3 de la mañana, que una tiene que dormir. Me abrió a torso desnudo, enseñando unos abdominales para rallar queso y sudando, con una toalla en los hombros.
Se quedó pálido como la cera y se disculpó; pensaba que aún no se había mudado nadie a mi piso.
Al día siguiente se plantó en mi casa con noséquéplato japonés para disculparse. Ya me había masturbado dos veces pensando en él, pero que supiera cocinar era todo un bonus.
No sé muy bien cómo, pero esa noche me puso en órbita. Pero bien puesta./4040
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