jmm00044
4 febrero 2012, 15:57
Luchas sociales en la Antigua Roma - León Bloch
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La política imperialista era en la antigüedad un fenómeno necesario y concomitante con la democracia. Esto nos lo enseña también la historia de la única gran potencia griega, Atenas. La moral política y la perspicacia política estaban entonces demasiado poco desarrolladas para que cada individuo no considerase su inmediata ventaja personal como centro de su actividad política. Como la dirección del Estado estaba en manos de una minoría de ciudadanos y éstos podían alcanzar un tenor de vida cómodo a costa de la colectividad o, mejor dicho, de una mayoría económica y políticamente impotente, no había para ellos ninguna necesidad de aspirar a las fuentes exteriores de riquezas. La política imperialista de las democracias era en todos sentidos una política de explotación. Donde rige la esclavitud, el trabajo corporal, personal no goza de ninguna consideración. Con plena conciencia de la dignidad que le confería la soberanía popular, el ciudadano antiguo no experimentaba alegría por las tribulaciones en el campo o en el oscuro taller; antes bien, quería que otras manos trabajaran por él, así como en las generaciones pasadas las familias nobles del país habían mantenido en sujeción económica a las otras clases sociales.
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La política imperialista era en la antigüedad un fenómeno necesario y concomitante con la democracia. Esto nos lo enseña también la historia de la única gran potencia griega, Atenas. La moral política y la perspicacia política estaban entonces demasiado poco desarrolladas para que cada individuo no considerase su inmediata ventaja personal como centro de su actividad política. Como la dirección del Estado estaba en manos de una minoría de ciudadanos y éstos podían alcanzar un tenor de vida cómodo a costa de la colectividad o, mejor dicho, de una mayoría económica y políticamente impotente, no había para ellos ninguna necesidad de aspirar a las fuentes exteriores de riquezas. La política imperialista de las democracias era en todos sentidos una política de explotación. Donde rige la esclavitud, el trabajo corporal, personal no goza de ninguna consideración. Con plena conciencia de la dignidad que le confería la soberanía popular, el ciudadano antiguo no experimentaba alegría por las tribulaciones en el campo o en el oscuro taller; antes bien, quería que otras manos trabajaran por él, así como en las generaciones pasadas las familias nobles del país habían mantenido en sujeción económica a las otras clases sociales.
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