Pablo Chavarría
19 marzo 2012, 15:45
VII
Tus ojos son una noche clara,
un aguacero mudo,
una llovizna sorda
y un sabor, como de agua,
en el paladar, los labios,
por encima de la lengua.
Y la vida,
la vida es como un helecho que se mece
como un ficus frondoso
como las hierbas apacibles
o como las rocas afiladas.
La vida es dura
y también extraordinaria
Son las palabras que escribo,
el papel en que lo hago,
los ojos que me leen
y la conciencia que me dicta
esas palabras y no otras.
Extraordinaria y dura.
VIII
Entiendo que escribo poesía,
no sé por qué
o si sé
y no quiero mencionarlo.
Entiendo que la escribo para dártela.
Tus ojos son una noche clara,
un aguacero mudo,
una llovizna sorda
y un sabor, como de agua,
en el paladar, los labios,
por encima de la lengua.
Y la vida,
la vida es como un helecho que se mece
como un ficus frondoso
como las hierbas apacibles
o como las rocas afiladas.
La vida es dura
y también extraordinaria
Son las palabras que escribo,
el papel en que lo hago,
los ojos que me leen
y la conciencia que me dicta
esas palabras y no otras.
Extraordinaria y dura.
VIII
Entiendo que escribo poesía,
no sé por qué
o si sé
y no quiero mencionarlo.
Entiendo que la escribo para dártela.