pleyade
21 mayo 2019, 12:49
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 139 Kb
Host: Userscloud
Sinopsis:
Cuando la muchacha descendió de la diligencia, todos los mirones que estaban en la casa de postas de aquel villorrio perdido, de Montana, abrieron a la vez la boca sin saber qué decir.
Y no era para menos, porque en muchos años las diligencias que recorrían las frías pistas en ruta hacia el Canadá no habían transportado a una hembra tan espectacular como aquélla.
Vestía un chaquetón de pieles, pero bastante corto, al igual que su falda. Las hermosas piernas se mostraban hasta más arriba de la rodilla, lo cual significaba, para la época, un atrevimiento atroz. Ni las más descocadas bailarinas del Golden Star, el saloon más famoso de la comarca, se atrevían a tanto, cuando iban de viaje. Claro que hay que reconocer que gran parte de las esculturales piernas de la chica iban cubiertas por unas altas botas, pero eso, en lugar de tapar, hacía aún más excitante lo que se veía.
Además, se notaba que la chica tenía pasta.
Iba muy bien vestida.
Las joyas que llevaba eran auténticas Hasta parecía mentira que, con aquella belleza y aquel dinero, se hubiese atrevido a viajar en diligencia por las peligrosas soledades de Montana.
Preguntó:
—¿Hay un buen hotel por aquí?
Y en seguida los mirones recobraron el habla. Las frases salieron como flechas de sus bocas, que todavía seguían abiertas a causa del asombro.
—Claro que hay un hotel estupendo, nena: mi casa.
—No te fijes en ése ni le hagas caso: Ven conmigo.
—En esta ciudad vas a forrarte, chata.
—Con una mirada nos haces polvo.
—Estas pistonuda.
—Tus..., tus..., tus... Bueno, tus..., tus... cosas son del calibre 45.
USERSCLOUD
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Cuando la muchacha descendió de la diligencia, todos los mirones que estaban en la casa de postas de aquel villorrio perdido, de Montana, abrieron a la vez la boca sin saber qué decir.
Y no era para menos, porque en muchos años las diligencias que recorrían las frías pistas en ruta hacia el Canadá no habían transportado a una hembra tan espectacular como aquélla.
Vestía un chaquetón de pieles, pero bastante corto, al igual que su falda. Las hermosas piernas se mostraban hasta más arriba de la rodilla, lo cual significaba, para la época, un atrevimiento atroz. Ni las más descocadas bailarinas del Golden Star, el saloon más famoso de la comarca, se atrevían a tanto, cuando iban de viaje. Claro que hay que reconocer que gran parte de las esculturales piernas de la chica iban cubiertas por unas altas botas, pero eso, en lugar de tapar, hacía aún más excitante lo que se veía.
Además, se notaba que la chica tenía pasta.
Iba muy bien vestida.
Las joyas que llevaba eran auténticas Hasta parecía mentira que, con aquella belleza y aquel dinero, se hubiese atrevido a viajar en diligencia por las peligrosas soledades de Montana.
Preguntó:
—¿Hay un buen hotel por aquí?
Y en seguida los mirones recobraron el habla. Las frases salieron como flechas de sus bocas, que todavía seguían abiertas a causa del asombro.
—Claro que hay un hotel estupendo, nena: mi casa.
—No te fijes en ése ni le hagas caso: Ven conmigo.
—En esta ciudad vas a forrarte, chata.
—Con una mirada nos haces polvo.
—Estas pistonuda.
—Tus..., tus..., tus... Bueno, tus..., tus... cosas son del calibre 45.
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