pleyade
23 mayo 2019, 11:37
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 198 Kb
Host: Userscloud
Sinopsis:
Los corrales de la Kerfarb se encontraban en los profundos pliegues de la estribación de la cordillera.
En varias millas a la redonda no había más población que la que existía en un cruce de rutas ganaderas que procedían del otro lado de la barrera montañosa.
El pueblo era Kivdish. Abundaban los saloons.
Aquel día, en el Troton’s, había varios clientes hablando del mismo asunto.
—Han cambiado de capataz general de los corrales.
—Eso me han dicho. Y que el nuevo ha empezado mostrando los dientes. ¿Creéis que podrá con los equipos de gente dura?
—No envidio su papel. ¡Vaya carguito!…
No faltaba quien maldecía el nombramiento de un nuevo capataz. Uno de los disgustados era Joiner, el propietario del Troton’s, un hombre grueso, calvo. Constantemente tenía un puro en la boca, casi siempre apagado, mascándolo, dejando resbalar la negruzca saliva por la barbilla. De vez en cuando soltaba un escupitajo.
—¡No comprendo que hayan traído a un nuevo capataz! Lenhart parecía bien agarrado a la compañía.
Uno de los clientes replicó:
—Pero tú ya sabes que la Kerfarb iba al desastre.
Se han perdido muchas manadas camino de la estación de embarque.
—¡Si yo tuviera un dólar por cada cabeza que se ha «extraviado» en estos últimos tiempos! —exclamó otro, riendo.
—¿Y qué va a evitar el nuevo? ¿Es que tiene la facultad de adivinar en qué rincones se ocultan los abigeos?
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Los corrales de la Kerfarb se encontraban en los profundos pliegues de la estribación de la cordillera.
En varias millas a la redonda no había más población que la que existía en un cruce de rutas ganaderas que procedían del otro lado de la barrera montañosa.
El pueblo era Kivdish. Abundaban los saloons.
Aquel día, en el Troton’s, había varios clientes hablando del mismo asunto.
—Han cambiado de capataz general de los corrales.
—Eso me han dicho. Y que el nuevo ha empezado mostrando los dientes. ¿Creéis que podrá con los equipos de gente dura?
—No envidio su papel. ¡Vaya carguito!…
No faltaba quien maldecía el nombramiento de un nuevo capataz. Uno de los disgustados era Joiner, el propietario del Troton’s, un hombre grueso, calvo. Constantemente tenía un puro en la boca, casi siempre apagado, mascándolo, dejando resbalar la negruzca saliva por la barbilla. De vez en cuando soltaba un escupitajo.
—¡No comprendo que hayan traído a un nuevo capataz! Lenhart parecía bien agarrado a la compañía.
Uno de los clientes replicó:
—Pero tú ya sabes que la Kerfarb iba al desastre.
Se han perdido muchas manadas camino de la estación de embarque.
—¡Si yo tuviera un dólar por cada cabeza que se ha «extraviado» en estos últimos tiempos! —exclamó otro, riendo.
—¿Y qué va a evitar el nuevo? ¿Es que tiene la facultad de adivinar en qué rincones se ocultan los abigeos?
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