pleyade
3 junio 2019, 12:13
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 93 Kb
Host: Userscloud
Sinopsis:
Las ideas bullían atropelladamente en la imaginación de aquel hombre, que luchaba de manera desesperada por coordinarlas. A veces el amor de una mujer no merecía tantos sacrificios ni tantos desvelos.
Era cierto que Jerry Jones amaba a aquella, muchacha entrañablemente, con ese amor puro y sencillo de la juventud. Hacía muchos años que se conocían. Juntos, mañana tras mañana, habían asistido a la misma escuela del pueblo y junto hiciéronse promesas para un futuro aún muy lejano. Y los dos habían sabido mantener su palabra y sus promesas.
Las deudas de juego de su padre, la mala administración en la hacienda, crearon la hecatombe. Jerry Jones, a la muerte de su padre, vióse en la más completa miseria. Conocía el trabajo de un rancho y manejaba un caballo con esa perfección tan sólo nacida de muchos años de constante brega en el oficio, de plena dedicación a él. Y quizá en su conducta no hubiera más que una cualidad que lo desprestigiara ante los ojos de aquellos hombres que se llamaban honrados: su rapidez con las armas, su puntería certera y mortal. Porque la tendencia al juego y a la bebida vino más tarde, cuando la desgracia cebóse en la familia, cuando la miseria clavo en él sus garras destructoras.
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Las ideas bullían atropelladamente en la imaginación de aquel hombre, que luchaba de manera desesperada por coordinarlas. A veces el amor de una mujer no merecía tantos sacrificios ni tantos desvelos.
Era cierto que Jerry Jones amaba a aquella, muchacha entrañablemente, con ese amor puro y sencillo de la juventud. Hacía muchos años que se conocían. Juntos, mañana tras mañana, habían asistido a la misma escuela del pueblo y junto hiciéronse promesas para un futuro aún muy lejano. Y los dos habían sabido mantener su palabra y sus promesas.
Las deudas de juego de su padre, la mala administración en la hacienda, crearon la hecatombe. Jerry Jones, a la muerte de su padre, vióse en la más completa miseria. Conocía el trabajo de un rancho y manejaba un caballo con esa perfección tan sólo nacida de muchos años de constante brega en el oficio, de plena dedicación a él. Y quizá en su conducta no hubiera más que una cualidad que lo desprestigiara ante los ojos de aquellos hombres que se llamaban honrados: su rapidez con las armas, su puntería certera y mortal. Porque la tendencia al juego y a la bebida vino más tarde, cuando la desgracia cebóse en la familia, cuando la miseria clavo en él sus garras destructoras.
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