pleyade
3 junio 2019, 16:27
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 652 Kb
Host: Userscloud
Sinopsis:
La diligencia surcaba aquellos áridos parajes del sur de Arizona a toda velocidad.
Y no porque tuviera prisa por llegar a Tucson, su destino.
Si corría tanto, era porque un numeroso grupo de pieles rojas la perseguía.
Alrededor de una veintena.
Apaches.
Habían surgido de pronto en lo alto de una loma, cuando la diligencia pasaba por delante de ella, llevando una marcha normal.
El jefe del grupo lanzó un aullido de coyote, que inmediatamente fue coreado por el resto de los apaches, y acto seguido se lanzaron todos por la pendiente de la loma, deseosos de arrancar las cabelleras del conductor de la diligencia, de su ayudante, y de la totalidad de los pasajeros.
Y seguían deseándolo.
No había más que ver cómo obligaban a sus caballos a rendir al máximo.
El conductor de la diligencia también sacaba el máximo partido de los seis caballos que tiraban del carruaje, haciendo restallar una y otra vez su látigo sobre los lomos de los animales.
Sin embargo, los indios iban ganando terreno con rapidez.
Con demasiada rapidez.
Con peligrosa rapidez.
De seguir así, muy pronto tendrían la diligencia al alcance de sus flechas.
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La diligencia surcaba aquellos áridos parajes del sur de Arizona a toda velocidad.
Y no porque tuviera prisa por llegar a Tucson, su destino.
Si corría tanto, era porque un numeroso grupo de pieles rojas la perseguía.
Alrededor de una veintena.
Apaches.
Habían surgido de pronto en lo alto de una loma, cuando la diligencia pasaba por delante de ella, llevando una marcha normal.
El jefe del grupo lanzó un aullido de coyote, que inmediatamente fue coreado por el resto de los apaches, y acto seguido se lanzaron todos por la pendiente de la loma, deseosos de arrancar las cabelleras del conductor de la diligencia, de su ayudante, y de la totalidad de los pasajeros.
Y seguían deseándolo.
No había más que ver cómo obligaban a sus caballos a rendir al máximo.
El conductor de la diligencia también sacaba el máximo partido de los seis caballos que tiraban del carruaje, haciendo restallar una y otra vez su látigo sobre los lomos de los animales.
Sin embargo, los indios iban ganando terreno con rapidez.
Con demasiada rapidez.
Con peligrosa rapidez.
De seguir así, muy pronto tendrían la diligencia al alcance de sus flechas.
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