pleyade
9 junio 2019, 12:46
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 68 Kb
Host: Userscloud & Up-4Ever
Sinopsis:
Si alguna importancia tenía Doyle, localidad del condado de Plumas, en California, era su proximidad a la frontera de Nevada.
Tal vez por esto el sheriff del condado había elegido a Ray Stevens como comisario de Doyle.
Stevens contaba veintiséis años cuando llegó al pueblo. Era un muchachote alto, de cuerpo proporcionado, de fuerte pegada y pronto a la acción. Esto le fue útil los primeros meses. Al verle tan joven, no pocos vaqueros trataron de burlarse de él, y los puños de Ray les hicieron entrar en razón, agachando sus humos.
Pero todo esto ya pertenecía al pasado. En aquellos tres años, Ray Stevens se había hecho con la gente del pueblo, detuvo tres cuatreros y fue herido en un combate entablado contra otra partida de cuatreros, que hubieron de abandonar ganado robado después de haber conseguido pasar la frontera de Nevada.
Todo esto contaba. Ni una sola res se había perdido en los tres años que llevaba de comisario. Otro cualquiera no hubiera salido de su demarcación. Pero Ray sostenía que lo mismo que el delito no conocía fronteras, tampoco debía cocerlas la ley.
Sólo tuvo un fracaso. Pero fue amoroso. Genine Darmel unas veces le hacía buena cara y hasta parecía incitarle, pero otras se complacía en rehuirle y en irse de paseo o al baile con Teodore Garvey, el hijo menor de un rico ganadero. Ray consideraba que estaba en edad de casarse, y los malos guiñotes de la viuda de Candell le apremiaban a ello más que Ninguna otra cosa.
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Si alguna importancia tenía Doyle, localidad del condado de Plumas, en California, era su proximidad a la frontera de Nevada.
Tal vez por esto el sheriff del condado había elegido a Ray Stevens como comisario de Doyle.
Stevens contaba veintiséis años cuando llegó al pueblo. Era un muchachote alto, de cuerpo proporcionado, de fuerte pegada y pronto a la acción. Esto le fue útil los primeros meses. Al verle tan joven, no pocos vaqueros trataron de burlarse de él, y los puños de Ray les hicieron entrar en razón, agachando sus humos.
Pero todo esto ya pertenecía al pasado. En aquellos tres años, Ray Stevens se había hecho con la gente del pueblo, detuvo tres cuatreros y fue herido en un combate entablado contra otra partida de cuatreros, que hubieron de abandonar ganado robado después de haber conseguido pasar la frontera de Nevada.
Todo esto contaba. Ni una sola res se había perdido en los tres años que llevaba de comisario. Otro cualquiera no hubiera salido de su demarcación. Pero Ray sostenía que lo mismo que el delito no conocía fronteras, tampoco debía cocerlas la ley.
Sólo tuvo un fracaso. Pero fue amoroso. Genine Darmel unas veces le hacía buena cara y hasta parecía incitarle, pero otras se complacía en rehuirle y en irse de paseo o al baile con Teodore Garvey, el hijo menor de un rico ganadero. Ray consideraba que estaba en edad de casarse, y los malos guiñotes de la viuda de Candell le apremiaban a ello más que Ninguna otra cosa.
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