pleyade
25 julio 2019, 12:37
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 427 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
Fueron llegando a la cabina de control los partes de los restantes miembros de la tripulación, y el piloto miró fijamente el que tenía ante sí. Consultó luego el indicador radárico de distancia y, cuando lo creyó oportuno, exclamó, tensos los nervios:
—¡Atención nuevamente! A partir de diez, comienzo a contar... — y las cifras, pronunciadas en alta voz, se fueron desgranando en el absoluto silencio del interior de la espacionave de carrera — ¡Cinco...! ¡Cuatro...! ¡Tres...! ¡Dos...! ¡Ahora!
La mano de Bill Shekels oprimió suavemente el botón correspondiente. Él no lo vio, pero el chorro de gases acentuó su potencia, empujando hacia la izquierda al aparato, con gran suavidad, pero no obstante la fuerza centrífuga se hizo sentir brutalmente, lanzando al piloto hacia el lado opuesto, haciéndole sentir la tremenda opresión de las correas de sujeción.
A quince mil kilómetros de distancia, Bill, mirando a simple vista por la lucerna que tenía frente a si, pudo, más que ver, adivinar la cara eternamente obscura del satélite, y la vio porque un enorme círculo negro, más negro aún que el espacio circundante, ocultaba en su redondez todas las estrellas interpuestas entre él y el observador, en este caso el piloto.
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Fueron llegando a la cabina de control los partes de los restantes miembros de la tripulación, y el piloto miró fijamente el que tenía ante sí. Consultó luego el indicador radárico de distancia y, cuando lo creyó oportuno, exclamó, tensos los nervios:
—¡Atención nuevamente! A partir de diez, comienzo a contar... — y las cifras, pronunciadas en alta voz, se fueron desgranando en el absoluto silencio del interior de la espacionave de carrera — ¡Cinco...! ¡Cuatro...! ¡Tres...! ¡Dos...! ¡Ahora!
La mano de Bill Shekels oprimió suavemente el botón correspondiente. Él no lo vio, pero el chorro de gases acentuó su potencia, empujando hacia la izquierda al aparato, con gran suavidad, pero no obstante la fuerza centrífuga se hizo sentir brutalmente, lanzando al piloto hacia el lado opuesto, haciéndole sentir la tremenda opresión de las correas de sujeción.
A quince mil kilómetros de distancia, Bill, mirando a simple vista por la lucerna que tenía frente a si, pudo, más que ver, adivinar la cara eternamente obscura del satélite, y la vio porque un enorme círculo negro, más negro aún que el espacio circundante, ocultaba en su redondez todas las estrellas interpuestas entre él y el observador, en este caso el piloto.
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