pleyade
30 julio 2019, 12:06
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 822 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
Todavía con los ojos cerrados, Ruth estiró su brazo y palpó con la mano, esperando encontrar el cuerpo del hombre junto a ella.
Los dedos largos y elegantes se movieron de un lado a otro, pero no hallaban nada junto a sí. Sin embargo, estaba el hueco dejado en el colchón por el hombre, un hueco aún caliente.
—Dick —casi ronroneó.
Al no obtener respuesta, abrió sus grandes y hermosos ojos, unos ojos azules como el cielo californiano en agosto.
Incorporó su cuerpo, al darse cuenta de que a través de la ventana sólo se veía una oscuridad que no presagiaba el alba todavía.
Percibió un ruido inconfundible, un ruido que apenas captaría otra persona que no fuera ella, pero dos años escuchándolo lo habían fijado en su mente.
Con la larga cabellera negra desbordada sobre los hombros, saltó del lecho y hundió las puntas de sus pies en las zapatillas.
La lujosa alcoba tenía dos puertas. Una de ellas daba al corredor situado en el piso de la rica mansión de los Houston.
Ruth, alta, esbelta aún dentro del camisón que le llegaba a los pies, joven, con poco más de veinte años cumplidos, y dotada maravillosamente por la naturaleza se adentró y abrió la segunda puerta.
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Todavía con los ojos cerrados, Ruth estiró su brazo y palpó con la mano, esperando encontrar el cuerpo del hombre junto a ella.
Los dedos largos y elegantes se movieron de un lado a otro, pero no hallaban nada junto a sí. Sin embargo, estaba el hueco dejado en el colchón por el hombre, un hueco aún caliente.
—Dick —casi ronroneó.
Al no obtener respuesta, abrió sus grandes y hermosos ojos, unos ojos azules como el cielo californiano en agosto.
Incorporó su cuerpo, al darse cuenta de que a través de la ventana sólo se veía una oscuridad que no presagiaba el alba todavía.
Percibió un ruido inconfundible, un ruido que apenas captaría otra persona que no fuera ella, pero dos años escuchándolo lo habían fijado en su mente.
Con la larga cabellera negra desbordada sobre los hombros, saltó del lecho y hundió las puntas de sus pies en las zapatillas.
La lujosa alcoba tenía dos puertas. Una de ellas daba al corredor situado en el piso de la rica mansión de los Houston.
Ruth, alta, esbelta aún dentro del camisón que le llegaba a los pies, joven, con poco más de veinte años cumplidos, y dotada maravillosamente por la naturaleza se adentró y abrió la segunda puerta.
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