pleyade
31 julio 2019, 12:39
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 179 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
En la lujosa habitación que servía de despacho a John Crawer, redactor jefe del “Monitor”, dos hombres se miraban frente a frente. Parecían amigos, y la sonrisa iluminaba los rostros de ambos. Sin embargo...
Tanto Crawer como Linn Harvey ocultaban sus verdaderos sentimientos: el uno de fastidio, el otro de feroz ansiedad.
—Lo siento, Harvey — falló el redactor jefe— ¡no podemos darle trabajo! Estamos saturados de personal, como usted sabe, Pero, si encuentra un reportaje interesante o de gran actualidad, se lo compraremos a buen precio. ¡Sin lugar a dudas!
Crawer se levantó del asiento, mirando su reloj con gesto elocuente.
Por centésima vez una mano se tendía hacia Linn. No en la forma que él hubiera deseado, sino en cortés y decisivo gesto de despedida. En el rostro de su interlocutor, simpático y cordial, se estereotipaba tan firme convicción que no quiso insistir.
El joven se despidió brevemente y, bajando las escaleras, volvió a sumergirse en la multitud.
El monstruo de la crisis había hecho una nueva víctima.
Sentado en un bar automático, mientras consumía con una taza de café sus últimos centavos, leyó otra vez los anuncios de “Ofertas y Demandas”. Ya tenía punteados algunos, y se disponía a ofrecerse como fámulo o profesor de lucha —sus únicas habilidades fuera del periodismo—, cuando una conversación cercana le retuvo en su asiento giratorio. Oyó:
—Te digo que no se necesita sino valor y decisión. ¡Y es un trabajo científico! Si no fuera por mi familia, yo... ¡me brindaría a ello! — dijo una de las voces.
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En la lujosa habitación que servía de despacho a John Crawer, redactor jefe del “Monitor”, dos hombres se miraban frente a frente. Parecían amigos, y la sonrisa iluminaba los rostros de ambos. Sin embargo...
Tanto Crawer como Linn Harvey ocultaban sus verdaderos sentimientos: el uno de fastidio, el otro de feroz ansiedad.
—Lo siento, Harvey — falló el redactor jefe— ¡no podemos darle trabajo! Estamos saturados de personal, como usted sabe, Pero, si encuentra un reportaje interesante o de gran actualidad, se lo compraremos a buen precio. ¡Sin lugar a dudas!
Crawer se levantó del asiento, mirando su reloj con gesto elocuente.
Por centésima vez una mano se tendía hacia Linn. No en la forma que él hubiera deseado, sino en cortés y decisivo gesto de despedida. En el rostro de su interlocutor, simpático y cordial, se estereotipaba tan firme convicción que no quiso insistir.
El joven se despidió brevemente y, bajando las escaleras, volvió a sumergirse en la multitud.
El monstruo de la crisis había hecho una nueva víctima.
Sentado en un bar automático, mientras consumía con una taza de café sus últimos centavos, leyó otra vez los anuncios de “Ofertas y Demandas”. Ya tenía punteados algunos, y se disponía a ofrecerse como fámulo o profesor de lucha —sus únicas habilidades fuera del periodismo—, cuando una conversación cercana le retuvo en su asiento giratorio. Oyó:
—Te digo que no se necesita sino valor y decisión. ¡Y es un trabajo científico! Si no fuera por mi familia, yo... ¡me brindaría a ello! — dijo una de las voces.
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