pleyade
8 agosto 2019, 11:51
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 78 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
Un hombre embarcaba en Saint Louis completamente arruinado. Otro, por el contrario, embarcaba millonario. Y al término del viaje, al llegar a la exótica Nueva Orleáns, el millonario debía mendigar para comer y el pobre se compraba la mejor casa de la ciudad, coches tirados por los mejores caballos, joyas... Pero no siempre ocurría así ya que, a veces, el pobre era el que perdía y, al no tener el dinero necesario para pagar la deuda contraída, era eliminado. Su deuda la saldaba con la vida, las orejas, la mutilación que le imposibilitaba en lo sucesivo para el juego. Tampoco era agradable morir helado o de hambre al ser abandonado en un islote de arena, islote que al menor capricho del río, desaparecía bajo él. El tramposo, difícilmente podía volver a jugar en el Río. Y al decir Río se da a entender en cualquiera de sus barcos. Eso en el supuesto de que conservase la vida.
Ser tramposo en el Mississippi significaba no tener mucho apego a la vida, o bien, ser un perfecto tramposo. O quizá se comprenda mejor si decimos un tramposo perfecto. Seguridad en el manejo de las cartas, aplomo en las jugadas, valor, destreza con las armas, educación y modales, podían hacer de un hombre el jugador tramposo perfecto.
Para las mujeres la belleza suponía ya una ventaja. Pero no excesiva. El juego no respetaba demasiadas consideraciones. Ser mujer, hermosa, y jugar, bien. Ser mujer, hermosa y hacer trampas, mal.
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Un hombre embarcaba en Saint Louis completamente arruinado. Otro, por el contrario, embarcaba millonario. Y al término del viaje, al llegar a la exótica Nueva Orleáns, el millonario debía mendigar para comer y el pobre se compraba la mejor casa de la ciudad, coches tirados por los mejores caballos, joyas... Pero no siempre ocurría así ya que, a veces, el pobre era el que perdía y, al no tener el dinero necesario para pagar la deuda contraída, era eliminado. Su deuda la saldaba con la vida, las orejas, la mutilación que le imposibilitaba en lo sucesivo para el juego. Tampoco era agradable morir helado o de hambre al ser abandonado en un islote de arena, islote que al menor capricho del río, desaparecía bajo él. El tramposo, difícilmente podía volver a jugar en el Río. Y al decir Río se da a entender en cualquiera de sus barcos. Eso en el supuesto de que conservase la vida.
Ser tramposo en el Mississippi significaba no tener mucho apego a la vida, o bien, ser un perfecto tramposo. O quizá se comprenda mejor si decimos un tramposo perfecto. Seguridad en el manejo de las cartas, aplomo en las jugadas, valor, destreza con las armas, educación y modales, podían hacer de un hombre el jugador tramposo perfecto.
Para las mujeres la belleza suponía ya una ventaja. Pero no excesiva. El juego no respetaba demasiadas consideraciones. Ser mujer, hermosa, y jugar, bien. Ser mujer, hermosa y hacer trampas, mal.
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