pleyade
27 agosto 2019, 12:13
https://i.imgur.com/5YoFJC9.jpg
FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 304 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
Nuevo México, deslumbrante. Bajo la intensa luz, cada roca y cada árbol, cada nube y cada montaña existían con una fuerza y una claridad que no parecían naturales, sino auténticamente sobrenaturales. Y a la vez aquello me resultaba tan familiar como mi propia casa, era el país de mis sueños y la tierra que había conocido desde el principio.
Nos dirigíamos hacia el norte desde El Paso en la camioneta de mi abuelo, hacia el pueblo de Baker y el rancho del viejo. Estábamos a principios de junio: el resplandor del sol del desierto, que rebotaba contra el capó de acero de la camioneta, se clavaba en mis ojos con tal intensidad que de vez en cuando tenía que cerrarlos para sentir alivio. Y casi podía notar el feroz calor seco, como el de un horno, absorbiendo la humedad de mi cuerpo. Eché de menos la cantimplora de agua fresca que colgaba del cierre del capó frente a la rejilla delantera, inaccesible. Deseé que mi abuelo parase un minuto y nos permitiera beber, pero yo era demasiado orgulloso y bobo para pedírselo; tenía doce años, me parecía importante aparentar ser más duro de lo que era en realidad.
DESCARGAR
***Contenido oculto. Abra la versión completa del tema para visualizar los enlaces.***
FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 304 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
Nuevo México, deslumbrante. Bajo la intensa luz, cada roca y cada árbol, cada nube y cada montaña existían con una fuerza y una claridad que no parecían naturales, sino auténticamente sobrenaturales. Y a la vez aquello me resultaba tan familiar como mi propia casa, era el país de mis sueños y la tierra que había conocido desde el principio.
Nos dirigíamos hacia el norte desde El Paso en la camioneta de mi abuelo, hacia el pueblo de Baker y el rancho del viejo. Estábamos a principios de junio: el resplandor del sol del desierto, que rebotaba contra el capó de acero de la camioneta, se clavaba en mis ojos con tal intensidad que de vez en cuando tenía que cerrarlos para sentir alivio. Y casi podía notar el feroz calor seco, como el de un horno, absorbiendo la humedad de mi cuerpo. Eché de menos la cantimplora de agua fresca que colgaba del cierre del capó frente a la rejilla delantera, inaccesible. Deseé que mi abuelo parase un minuto y nos permitiera beber, pero yo era demasiado orgulloso y bobo para pedírselo; tenía doce años, me parecía importante aparentar ser más duro de lo que era en realidad.
DESCARGAR
***Contenido oculto. Abra la versión completa del tema para visualizar los enlaces.***