pleyade
3 septiembre 2019, 16:20
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 68 Kb
Hosts: Userscloud & Uploaded
Sinopsis:
—Sheriff, le advierto que no pienso abandonar el rancho.
—No tienes más remedio, Edwin. Míster Albert está en su derecho. El plazo de la hipoteca vence hoy. ¿Por qué no quieres hablar con él?
—¿Para qué?
—Puede prorrogarte la fecha de vencimiento.
—¡Son todos unos miserables! El dinero que me entregó podía pagarlo ahora mismo.
—¿Qué haces, entonces? Todavía estás a tiempo.
—¿Qué haría usted si le hicieran un préstamo de diez mil dólares y después le dicen que han sido treinta mil?
—¡Tienes que estar loco, Edwin! ¿Olvidas que hubo testigos?
—Ellos no pueden decir tal cosa. Saben demasiado que no es cierto.
—Llegarán de un momento a otro. Míster Albert quiere hacerse cargo del rancho hoy mismo, en caso de que no puedas pagarle.
—¡Serán bien recibidos si lo intentan!
—Será mejor que no hablemos de eso hasta que míster Albert y el juez vengan.
Edwin sonrió y miró detenidamente al sheriff.
—¿Cuánto le han ofrecido por ayudar a esos miserables, sheriff?
Esto, que había sido dicho intencionadamente en voz alta por Edwin, cayó como una bomba en el local en que se encontraban y todos los concurrentes quedaron pendientes de la reacción del sheriff.
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—Sheriff, le advierto que no pienso abandonar el rancho.
—No tienes más remedio, Edwin. Míster Albert está en su derecho. El plazo de la hipoteca vence hoy. ¿Por qué no quieres hablar con él?
—¿Para qué?
—Puede prorrogarte la fecha de vencimiento.
—¡Son todos unos miserables! El dinero que me entregó podía pagarlo ahora mismo.
—¿Qué haces, entonces? Todavía estás a tiempo.
—¿Qué haría usted si le hicieran un préstamo de diez mil dólares y después le dicen que han sido treinta mil?
—¡Tienes que estar loco, Edwin! ¿Olvidas que hubo testigos?
—Ellos no pueden decir tal cosa. Saben demasiado que no es cierto.
—Llegarán de un momento a otro. Míster Albert quiere hacerse cargo del rancho hoy mismo, en caso de que no puedas pagarle.
—¡Serán bien recibidos si lo intentan!
—Será mejor que no hablemos de eso hasta que míster Albert y el juez vengan.
Edwin sonrió y miró detenidamente al sheriff.
—¿Cuánto le han ofrecido por ayudar a esos miserables, sheriff?
Esto, que había sido dicho intencionadamente en voz alta por Edwin, cayó como una bomba en el local en que se encontraban y todos los concurrentes quedaron pendientes de la reacción del sheriff.
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