pleyade
11 octubre 2019, 16:11
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 84 Kb
Servidores: USERSCLOUD & UPLOADED
Sinopsis:
La suerte de Raymond Anderson para los negocios era proverbial entre quienes le conocían. Algunos, exagerando la nota, decían que era un rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba. No era para tanto.
Ciertamente, Anderson tenía unos cuantos negocios, de gran rendimiento. Pero sus mayores beneficios los obtenía en la Bolsa, cuyas fluctuaciones sabía adivinar como si se tratase de un brujo.
Ello le permitía comprar cuando había que comprar y viceversa. Resultado: cada vez que «entraba» en juego, «salía» forrado de dinero.
Por si fuese poco, tenía una esposa joven y bella que lo idolatraba. Ciertamente, Anderson no podía pedir nada más en este mundo. Salud, dinero y amor. La mejor combinación para conseguir la felicidad.
La buena suerte de Anderson se truncó el día en que un desconocido le pegó cuatro tiros, uno tras otro, así como suena, hasta completar en la práctica lo que muchas veces no es sino una frase hecha. Como consecuencia de la violenta introducción de aquellos cuatro trocitos de metal en su organismo, Raymond Anderson dejó de ser un hombre afortunado para convertirse en un cadáver.
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La suerte de Raymond Anderson para los negocios era proverbial entre quienes le conocían. Algunos, exagerando la nota, decían que era un rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba. No era para tanto.
Ciertamente, Anderson tenía unos cuantos negocios, de gran rendimiento. Pero sus mayores beneficios los obtenía en la Bolsa, cuyas fluctuaciones sabía adivinar como si se tratase de un brujo.
Ello le permitía comprar cuando había que comprar y viceversa. Resultado: cada vez que «entraba» en juego, «salía» forrado de dinero.
Por si fuese poco, tenía una esposa joven y bella que lo idolatraba. Ciertamente, Anderson no podía pedir nada más en este mundo. Salud, dinero y amor. La mejor combinación para conseguir la felicidad.
La buena suerte de Anderson se truncó el día en que un desconocido le pegó cuatro tiros, uno tras otro, así como suena, hasta completar en la práctica lo que muchas veces no es sino una frase hecha. Como consecuencia de la violenta introducción de aquellos cuatro trocitos de metal en su organismo, Raymond Anderson dejó de ser un hombre afortunado para convertirse en un cadáver.
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