pleyade
29 octubre 2019, 11:41
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 220 Kb
Servidores:
USERSCLOUD & UPLOADED
Sinopsis:
CONTEMPLADA desde cualquier ángulo y a la distancia que fuese, la prisión tenía un aspecto desagradable y tristón, semejando un castillo medieval, con mucho de la estructura escocesa en su exterior.
Una de aquellas mañanas, cuando al toque de diana la población penal veía a través de las altas ventanas enrejadas un cielo envuelto en sucias y bajas nubes que amenazaban lluvia, una fuerte conmoción sacudiría a cuantos se veían encerrados entre los pétreos muros.
Nunca se sabría quién fue el primero que corriera la noticia que, veloz como el viento, brincara sobre el espacio para saltar de pasillo a pasillo, de celda a celda, de galería a galería salvando rejas, puertas y muros para anunciar que aquel día no era como los anteriores, que un grave suceso se había producido dentro del severo recinto.
—¡Ernest Holmes, asesinado! i Lo han envenenado!
Y el estupor, el asombro, la incredulidad, se reflejó en todos los rostros.
La segunda noticia que corrió subrepticiamente por galerías y celdas con la misma velocidad meteórica que la anterior fue la siguiente:
—¡Ha sido Brandon Birkess!
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CONTEMPLADA desde cualquier ángulo y a la distancia que fuese, la prisión tenía un aspecto desagradable y tristón, semejando un castillo medieval, con mucho de la estructura escocesa en su exterior.
Una de aquellas mañanas, cuando al toque de diana la población penal veía a través de las altas ventanas enrejadas un cielo envuelto en sucias y bajas nubes que amenazaban lluvia, una fuerte conmoción sacudiría a cuantos se veían encerrados entre los pétreos muros.
Nunca se sabría quién fue el primero que corriera la noticia que, veloz como el viento, brincara sobre el espacio para saltar de pasillo a pasillo, de celda a celda, de galería a galería salvando rejas, puertas y muros para anunciar que aquel día no era como los anteriores, que un grave suceso se había producido dentro del severo recinto.
—¡Ernest Holmes, asesinado! i Lo han envenenado!
Y el estupor, el asombro, la incredulidad, se reflejó en todos los rostros.
La segunda noticia que corrió subrepticiamente por galerías y celdas con la misma velocidad meteórica que la anterior fue la siguiente:
—¡Ha sido Brandon Birkess!
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