pleyade
30 octubre 2019, 13:00
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 143 Kb
Servidores:
USERSCLOUD & UPLOADED
Sinopsis:
Estallaba la bomba de abril y la gente ni se daba cuenta, quizá porque no corría la sangre, sino la savia verde de los plátanos. El dorado encaje solar se filtraba entre el ramaje semejando una niebla o propiamente dicho, tú, un flashback de Bertolucci; el airecillo, suave y aromado, agitaba las ropas tendidas en las azoteas y las banderas desmayadas de los centros oficiales. Hasta las pancartas del P.C.(r) parecían menos agresivas. Y salían a la calle las blusas ligeras y coloridas, y los zapatos de tacón fino, y los jipis vendiendo sus cosas. Y por salir, salían hasta las sonrisas.
La chica de la esquina no sonreía, puesto que la vida le había enseñado que las chicas que sonreían en las esquinas eran llamadas furcias y hasta allí podíamos llegar. Las no furcias, cara seria y aguantar el plantón, sobre todo cuando el chico era policía y eso, ya se sabe, la espera larga y la excusa pronta, y ya lo sabes mujer, o lo tomas o lo dejas, que esto es como un sacerdocio y hay que estar todo el día al pie del cañón, digo, perdón, ¿en qué pensaba yo?, de la cureña. Y tú, una: «Abril claro y tu doncella / clara luz de primavera», aguantando esquina.
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Estallaba la bomba de abril y la gente ni se daba cuenta, quizá porque no corría la sangre, sino la savia verde de los plátanos. El dorado encaje solar se filtraba entre el ramaje semejando una niebla o propiamente dicho, tú, un flashback de Bertolucci; el airecillo, suave y aromado, agitaba las ropas tendidas en las azoteas y las banderas desmayadas de los centros oficiales. Hasta las pancartas del P.C.(r) parecían menos agresivas. Y salían a la calle las blusas ligeras y coloridas, y los zapatos de tacón fino, y los jipis vendiendo sus cosas. Y por salir, salían hasta las sonrisas.
La chica de la esquina no sonreía, puesto que la vida le había enseñado que las chicas que sonreían en las esquinas eran llamadas furcias y hasta allí podíamos llegar. Las no furcias, cara seria y aguantar el plantón, sobre todo cuando el chico era policía y eso, ya se sabe, la espera larga y la excusa pronta, y ya lo sabes mujer, o lo tomas o lo dejas, que esto es como un sacerdocio y hay que estar todo el día al pie del cañón, digo, perdón, ¿en qué pensaba yo?, de la cureña. Y tú, una: «Abril claro y tu doncella / clara luz de primavera», aguantando esquina.
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