pleyade
7 noviembre 2019, 17:06
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
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Sinopsis:
El sentimiento había vuelto, una sensación de desesperación que ardía en la Fuerza como una estrella lejana, clara y brillante y como un faro. Jaina Solo encontró que su mirada se desviaba a través del ventanal de la nave de justicia, hacia fuera en dirección al vacío puntuado de azul que flotaba detrás del cilindro que giraba lentamente del Centro de Detención Segmax Ocho. Como antes, la sensación vino de la dirección de las Regiones Desconocidas, una llamada para… ¿qué? ¿Y de quién? El toque era demasiado etéreo para decirlo. Siempre lo era.
—¿Jedi Solo? —La inquisidora se acercó al estrado de los testigos—. ¿Le repito la pregunta?
Una mujer alta y tiesa con la cabeza afeitada y con profundas líneas en los rabillos de sus ojos grises, Athadar Gyad tenía el comportamiento brusco de una oficial militar retirada. Era una pose común entre los burócratas insignificantes de la Autoridad de Reconstrucción, incluso cuando la única anotación en su hoja de servicio era un número de reclutamiento planetario de hacía décadas.
—Cuando usted abordó la Dama de Noche con el Jedi Lowbacca y…
—Lo siento, Inquisidora. Oí la pregunta. —Jaina movió su mirada hacia el acusado, un enorme yaka con una cara casi humana y sin expresión. Llevaba un cráneo ithoriano grabado en la cubierta lateral de su implante cibernético—. La tripulación de Estrella Roja intentó rechazarnos.
Un destello de impaciencia apareció en los ojos grises de Gyad.
—Les atacaron con armas láser, ¿no es correcto?
—Correcto.
—¿Y fue necesario que se defendieran con sus sables láser?
—De nuevo correcto.
Gyad permaneció en silencio, invitando tácitamente a su testigo a que explicara la batalla. Pero Jaina estaba más interesada en la sensación de desesperación que sentía en la Fuerza. Se estaba volviendo más fuerte por momentos, más urgente y asustada.
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El sentimiento había vuelto, una sensación de desesperación que ardía en la Fuerza como una estrella lejana, clara y brillante y como un faro. Jaina Solo encontró que su mirada se desviaba a través del ventanal de la nave de justicia, hacia fuera en dirección al vacío puntuado de azul que flotaba detrás del cilindro que giraba lentamente del Centro de Detención Segmax Ocho. Como antes, la sensación vino de la dirección de las Regiones Desconocidas, una llamada para… ¿qué? ¿Y de quién? El toque era demasiado etéreo para decirlo. Siempre lo era.
—¿Jedi Solo? —La inquisidora se acercó al estrado de los testigos—. ¿Le repito la pregunta?
Una mujer alta y tiesa con la cabeza afeitada y con profundas líneas en los rabillos de sus ojos grises, Athadar Gyad tenía el comportamiento brusco de una oficial militar retirada. Era una pose común entre los burócratas insignificantes de la Autoridad de Reconstrucción, incluso cuando la única anotación en su hoja de servicio era un número de reclutamiento planetario de hacía décadas.
—Cuando usted abordó la Dama de Noche con el Jedi Lowbacca y…
—Lo siento, Inquisidora. Oí la pregunta. —Jaina movió su mirada hacia el acusado, un enorme yaka con una cara casi humana y sin expresión. Llevaba un cráneo ithoriano grabado en la cubierta lateral de su implante cibernético—. La tripulación de Estrella Roja intentó rechazarnos.
Un destello de impaciencia apareció en los ojos grises de Gyad.
—Les atacaron con armas láser, ¿no es correcto?
—Correcto.
—¿Y fue necesario que se defendieran con sus sables láser?
—De nuevo correcto.
Gyad permaneció en silencio, invitando tácitamente a su testigo a que explicara la batalla. Pero Jaina estaba más interesada en la sensación de desesperación que sentía en la Fuerza. Se estaba volviendo más fuerte por momentos, más urgente y asustada.
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