pleyade
23 noviembre 2019, 17:42
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FICHA TÉCNICA
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Sipnosis:
Las potentes turbinas de reacción atómica hacían que la astronave vibrase un poco, como si estuviese sacudida por un prolongado estremecimiento producido por el frío sideral.
En la cabina, situada en el tercer piso de la proa, Henry Tibbott, recostado cómodamente en su sillón de aire comprimido, miraba distraídamente la serie de luces que se encendían y apagaban sobre la superficie, repleta de cuadrante de aguja, del piloto automático.
En realidad, la mirada de Henry iba mucho más lejos que aquel conjunto de luces que parecían vivir una existencia propia, como diminutos corazones que latiesen a un ritmo medido y uniforme. El joven piloto del Astronef X-321 estaba profundamente ensimismado y su imaginación había quedado atrás, mucho más lejos de donde las últimas chispas, que brotaban de los reactores, se apagaban en el Espacio.
Sí, mucho más atrás; en el lejano Plutón que, en el espejo retrovisor, no era ya más que una estrella entre las miles que parecían rodearla. Aquella lejanía era lo que más dolorosamente se clavaba en el corazón de Henry; una lejanía que tomaba, a cada instante transcurrido, una significación más dolorosa para él.
Si no hubiese sido por la facultad del recuerdo, el dolor hubiera llegado a ser algo intolerable; pero, afortunadamente para los Hombres y específicamente para el piloto Henry Tibbott, la mente humana podía refugiarse en el agradable y tibio mundo de los recuerdos...
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En la cabina, situada en el tercer piso de la proa, Henry Tibbott, recostado cómodamente en su sillón de aire comprimido, miraba distraídamente la serie de luces que se encendían y apagaban sobre la superficie, repleta de cuadrante de aguja, del piloto automático.
En realidad, la mirada de Henry iba mucho más lejos que aquel conjunto de luces que parecían vivir una existencia propia, como diminutos corazones que latiesen a un ritmo medido y uniforme. El joven piloto del Astronef X-321 estaba profundamente ensimismado y su imaginación había quedado atrás, mucho más lejos de donde las últimas chispas, que brotaban de los reactores, se apagaban en el Espacio.
Sí, mucho más atrás; en el lejano Plutón que, en el espejo retrovisor, no era ya más que una estrella entre las miles que parecían rodearla. Aquella lejanía era lo que más dolorosamente se clavaba en el corazón de Henry; una lejanía que tomaba, a cada instante transcurrido, una significación más dolorosa para él.
Si no hubiese sido por la facultad del recuerdo, el dolor hubiera llegado a ser algo intolerable; pero, afortunadamente para los Hombres y específicamente para el piloto Henry Tibbott, la mente humana podía refugiarse en el agradable y tibio mundo de los recuerdos...
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