pleyade
1 diciembre 2019, 18:03
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FICHA TÉCNICA
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Desde la elevada atalaya, Clay Farrell, erguido en la silla de su caballo, como sobrecogido ante la grandiosidad del paisaje que le rodeaba, contempló la estribación norte del Sangre de Cristo Range, con sus nevados picos, sus negras torrenteras, sus laderas y taludes. A la derecha tenía el Harward Peak, y, al frente, un camino, apenas trazado, áspero y escarpado.
Clay Farrell le gustaba la aventura y lo desconocido. Sabía que por allí habían pasado otros hombres y esto le contrariaba. A él le hubiese gustado más ser el primero en cruzar aquel punto de las Montañas Rocosas, en pleno corazón de Colorado. Para ello, desgraciadamente, había nacido demasiado tarde.
Clay Farrell era un muchacho joven, de unos veinticinco años, bien parecido, rostro agraciado y aniñado, moreno y ojos castaños, de nariz algo respingona y boca sonriente.
¿Qué estaba haciendo Clay Farrell por aquellas elevadas montañas? ¿Cuál era el motivo de su viaje?
Ni él mismo podía contestar con exactitud a esto. Tenía algún dinero, entregado por un abogado de Dodge City. Su padre murió en Sacramento, California, y le dejó una herencia de ciento ocho mil dólares, con sesenta centavos, exactamente.
Hasta aquel momento, Clay no había sabido ni siquiera el paradero de su padre. Sabía que se fue al oeste hacía diez años, siendo él un niño, apenas. La noticia de la muerte de su progenitor no le afectó mucho.
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Clay Farrell le gustaba la aventura y lo desconocido. Sabía que por allí habían pasado otros hombres y esto le contrariaba. A él le hubiese gustado más ser el primero en cruzar aquel punto de las Montañas Rocosas, en pleno corazón de Colorado. Para ello, desgraciadamente, había nacido demasiado tarde.
Clay Farrell era un muchacho joven, de unos veinticinco años, bien parecido, rostro agraciado y aniñado, moreno y ojos castaños, de nariz algo respingona y boca sonriente.
¿Qué estaba haciendo Clay Farrell por aquellas elevadas montañas? ¿Cuál era el motivo de su viaje?
Ni él mismo podía contestar con exactitud a esto. Tenía algún dinero, entregado por un abogado de Dodge City. Su padre murió en Sacramento, California, y le dejó una herencia de ciento ocho mil dólares, con sesenta centavos, exactamente.
Hasta aquel momento, Clay no había sabido ni siquiera el paradero de su padre. Sabía que se fue al oeste hacía diez años, siendo él un niño, apenas. La noticia de la muerte de su progenitor no le afectó mucho.
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