pleyade
22 diciembre 2019, 17:36
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FICHA TÉCNICA
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Existen aún en la Unión testigos presenciales de aquella llamada Gran Tormenta que a principios del año 1886 azotó las Grandes Llanuras, barriendo entre turbonadas de nieve y hielo al ganado y a los cow-boys.
Los ojos de muchos habitantes de los dos Dakota, Minnesota, Nebraska, Kansas e Iowa, se achican con frecuencia y mirando hacia Poniente, aquella meta de las lentas naves de las praderas, parece que ven la marcha constante hacia el sur de los vehículos, ganado y jinetes, empujados por la ola de nieve y frío más intensa que conocieron los colonizadores en un siglo por lo menos.
La triste procesión de animales tenía un ancho de mil millas, siempre empujada por un furioso viento que se desplazaba hacia el sur.
Los rebaños, en su huida, arrastraron a los vaqueros, quienes, protegidos por toda clase de ropas, se lanzaron en su vigilancia.
No se veían los jinetes, por poca distancia que les separase.
Después de la tormenta, quedaron las extensas llanuras jalonadas de esqueletos de cadáveres de reses.
Prácticamente, fue el final del cow-boy en aquella latitud.
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Existen aún en la Unión testigos presenciales de aquella llamada Gran Tormenta que a principios del año 1886 azotó las Grandes Llanuras, barriendo entre turbonadas de nieve y hielo al ganado y a los cow-boys.
Los ojos de muchos habitantes de los dos Dakota, Minnesota, Nebraska, Kansas e Iowa, se achican con frecuencia y mirando hacia Poniente, aquella meta de las lentas naves de las praderas, parece que ven la marcha constante hacia el sur de los vehículos, ganado y jinetes, empujados por la ola de nieve y frío más intensa que conocieron los colonizadores en un siglo por lo menos.
La triste procesión de animales tenía un ancho de mil millas, siempre empujada por un furioso viento que se desplazaba hacia el sur.
Los rebaños, en su huida, arrastraron a los vaqueros, quienes, protegidos por toda clase de ropas, se lanzaron en su vigilancia.
No se veían los jinetes, por poca distancia que les separase.
Después de la tormenta, quedaron las extensas llanuras jalonadas de esqueletos de cadáveres de reses.
Prácticamente, fue el final del cow-boy en aquella latitud.
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