pleyade
12 marzo 2020, 11:35
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FICHA TÉCNICA
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SINOPSIS
Mi rostro, demacrado por la nula alimentación, pocas horas de sueño y ojos enrojecidos por horas y horas de llanto, observaban fijamente el horizonte, pero sin mirar nada, sin ser consciente de que los minutos, al igual que las horas, pasaban y con ellas, los días… y yo seguía ahí, postrado en el mismo sillón situado frente a la ventana sin mover ni un solo músculo, entumecido ya después de tantas horas sin movimiento alguno. Estaba inmerso en mis propios pensamientos, en ese mar de recuerdos imborrables que deambulan por una mente dispersa por las dudas y el miedo, recuerdos de cuando compartí mi vida con mi amado David un día no muy lejano.
La colcha de la cama, sin un hueco aparente en el que se vea alguno de los cuadros azules, verdes y blancos del estampado, estaba repleta de fotografías en blanco y negro y en color de ambos riendo, besándonos o simplemente haciendo poses varias en la playa, en la montaña, en la terraza de un bar cuando aún éramos felices y todo parecía que iba bien en nuestras vidas… pero faltaba una, quizás la más importante, la que cogía fuertemente entre mis manos, en color sepia y donde dos chicos bien vestidos, con traje y corbata bien anidadas al cuello, sonrientes y dos copas de champan en sus manos, en la que sus brazos se retorcían en una extraña e incómoda pose para pegar el primer sorbo.
Sí, lo habéis adivinado y en efecto, en la fotografía aparecemos David y yo e
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SINOPSIS
Mi rostro, demacrado por la nula alimentación, pocas horas de sueño y ojos enrojecidos por horas y horas de llanto, observaban fijamente el horizonte, pero sin mirar nada, sin ser consciente de que los minutos, al igual que las horas, pasaban y con ellas, los días… y yo seguía ahí, postrado en el mismo sillón situado frente a la ventana sin mover ni un solo músculo, entumecido ya después de tantas horas sin movimiento alguno. Estaba inmerso en mis propios pensamientos, en ese mar de recuerdos imborrables que deambulan por una mente dispersa por las dudas y el miedo, recuerdos de cuando compartí mi vida con mi amado David un día no muy lejano.
La colcha de la cama, sin un hueco aparente en el que se vea alguno de los cuadros azules, verdes y blancos del estampado, estaba repleta de fotografías en blanco y negro y en color de ambos riendo, besándonos o simplemente haciendo poses varias en la playa, en la montaña, en la terraza de un bar cuando aún éramos felices y todo parecía que iba bien en nuestras vidas… pero faltaba una, quizás la más importante, la que cogía fuertemente entre mis manos, en color sepia y donde dos chicos bien vestidos, con traje y corbata bien anidadas al cuello, sonrientes y dos copas de champan en sus manos, en la que sus brazos se retorcían en una extraña e incómoda pose para pegar el primer sorbo.
Sí, lo habéis adivinado y en efecto, en la fotografía aparecemos David y yo e
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