Cultura para Todos
17 abril 2020, 10:10
El futbol a sol y sombra - Eduardo Galeano
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/Album/futbol-a-sol-y-sombra-galeano.jpg
La historia del fútbol es un triste viaje del placer al
deber. A medida que el deporte se ha hecho industria,
ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de
jugar porque sí.
En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional
condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable.
A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre
sea niño por un rato, jugando como juega el niño
con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana:
bailarín que danza con una pelota leve como el globo
que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber
que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.
El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos
protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar,
y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios
más lucrativos del mundo, que no se organiza
para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia
del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol
de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la
alegría, atrofia la fantasía y prohibe la osadía.
pdf 74 paginas
***Contenido oculto. Abra la versión completa del tema para visualizar los enlaces.***
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/Album/futbol-a-sol-y-sombra-galeano.jpg
La historia del fútbol es un triste viaje del placer al
deber. A medida que el deporte se ha hecho industria,
ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de
jugar porque sí.
En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional
condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable.
A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre
sea niño por un rato, jugando como juega el niño
con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana:
bailarín que danza con una pelota leve como el globo
que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber
que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.
El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos
protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar,
y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios
más lucrativos del mundo, que no se organiza
para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia
del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol
de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la
alegría, atrofia la fantasía y prohibe la osadía.
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