pleyade
25 abril 2020, 12:26
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FICHA TÉCNICA
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SINOPSIS
La miró dura, fríamente.
Con esa frialdad que nace aparentemente en la indiferencia, pasa por el rencor y llega, al fin, hasta el profundo pozo de un odio terrible; visceral.
Arnold Boy estaba odiando profundamente ya, en aquel momento, a la bella mujer, altiva lo mismo que una princesa, majestuosa igual que una reina, plena de apasionada agresividad, hermosa, brutalmente sensual, que hacía pensar en la hembra salvaje, acosada, mostrando toda su fiereza, sus garras afiladas y cortantes a la hora de defender algo superior y más preciado que la propia vida; su feminidad; su virtud.
Arnold Boy, sin conocerla la estaba odiando por muchas y muy retorcidas razones. Primero, porque la deseaba furiosamente. Y Boy tenía una peculiar, extraña forma de apetecer las mujeres. Las deseaba con rencor, con ganas de hacerles daño físico y humillarlas en lo moral. Boy no habría sido feliz, no habría gozado lo más mínimo si aquella hermosura agreste, aquella deslumbrante mujer de ojos rasgados color almendra, hubiera caído en sus brazos, rendida, ofreciéndole deseo y amor, su cuerpo pleno y pletórico sin la menor restricción… No. Así no hubiera gozado Arnold Boy. Porque para solazarse necesitaba dañarla. Forzar una situación vejatoria que fuese contra la voluntad de ella.
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La miró dura, fríamente.
Con esa frialdad que nace aparentemente en la indiferencia, pasa por el rencor y llega, al fin, hasta el profundo pozo de un odio terrible; visceral.
Arnold Boy estaba odiando profundamente ya, en aquel momento, a la bella mujer, altiva lo mismo que una princesa, majestuosa igual que una reina, plena de apasionada agresividad, hermosa, brutalmente sensual, que hacía pensar en la hembra salvaje, acosada, mostrando toda su fiereza, sus garras afiladas y cortantes a la hora de defender algo superior y más preciado que la propia vida; su feminidad; su virtud.
Arnold Boy, sin conocerla la estaba odiando por muchas y muy retorcidas razones. Primero, porque la deseaba furiosamente. Y Boy tenía una peculiar, extraña forma de apetecer las mujeres. Las deseaba con rencor, con ganas de hacerles daño físico y humillarlas en lo moral. Boy no habría sido feliz, no habría gozado lo más mínimo si aquella hermosura agreste, aquella deslumbrante mujer de ojos rasgados color almendra, hubiera caído en sus brazos, rendida, ofreciéndole deseo y amor, su cuerpo pleno y pletórico sin la menor restricción… No. Así no hubiera gozado Arnold Boy. Porque para solazarse necesitaba dañarla. Forzar una situación vejatoria que fuese contra la voluntad de ella.
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