bruforce
31 octubre 2021, 10:42
La Mano de la Buena Fortuna de Goran Petrovic, narrado por Miguel Coll
https://i.imgur.com/DVVZEnn.jpg
Premio NIN a las letras servias del año 2000
La mano de la buena fortuna es ya un libro de culto. Miles de lectores se han sumergido en él buscando ese maravilloso concepto inventado por el autor: el de la lectura total. Son pocos los elegidos que lo logran. Los que lo hacen, se percatarán de que al interior de las páginas uno puede encontrarse con las personas que están leyendo el mismo libro en ese preciso instante.
Pero esto no termina ahí, si se agudiza la sensibilidad y se aprende a callar ese pesado y confuso ruido de la vida cotidiana, el lector puede ensanchar los márgenes de la lectura. Encontrar olores, emociones, paisajes que el escritor no describe. Y así, cada libro, cada lectura, es una puerta a una dimensión individual en la que uno se apropia tanto del libro, como el libro se apropia de uno.
Ése fue el método mediante el cual Anastas Bránica, autor del libro Mi legado, trató de construir un refugio para su amada. Un lugar en el que pudieran escapar de la institutriz de ésta, que buscaba adiestrarla para un matrimonio convenido. Así, Anastas Bránica se dio a la tarea de escribir una novela que fuera un recinto, un templo, un santuario en el que pudieran escapar de sus nombres, de las pesadas ataduras sociales, de la gran guerra y, sobre todo, en el que pudieran dar rienda suelta a su amor sin la mirada de los otros que todo enturbia.
Como todo camino hacia la dicha, la lectura tiene sus peligros: oscuros merodeadores que pueden acechar la intimidad, espías que utilizan la lectura simultánea como trampas para atrapar a sus enemigos, y el más peligroso de todos: el olvido. El olvido de la lengua, el olvido de la magia de los encuentros a distancia una vez que se regresa al mundo real, el olvido de los detalles que, llenos de sustancia, combaten el inclemente deslizarse del tiempo que termina por corromper cualquier afán humano.
La pluma de Petrovi es la de un genio. Un hombre capaz de traspasar las capas de la materia para observar la morada de la esencia humana. «Acertar y atinar la verdadera proporción de la levedad y la gravedad es el secreto de todas las cosas», nos dice el escritor serbio. Cada palabra, cada rincón sublime o secreto develado en La Mano de la Buena Fortuna ha sido calibrado con el ahínco de un artesano para darle al lector la posibilidad de emprender un viaje que jamás olvidará.
Resumen del editor:
Cuando lee con mucha atención, Adam Lozanic es capaz de meterse dentro de un libro y encontrarse allí con quien sea que lo esté leyendo al mismo tiempo que él. Adam trabaja como corrector externo para una revista de turismo y es becario del Departamento de Lengua y Literatu*ra Serbias. Su anodina rutina se verá profundamente alterada cuando una misteriosa pareja contacte con él para encargarle "corregir", ateniéndose a sus caprichosas indicaciones, una extrañísima y olvidada novela, sin personajes ni peripecia; una obra, por lo que descubrirá Adam, escrita hace décadas por el enigmático y malogrado Anastas Branica, autor con una triste historia a sus espaldas. Será así, dentro del libro de Anastas, como Adam entrará en contacto con una memorable galería de personajes que están leyendo el libro a la vez que él: una anciana y excéntrica dama, un agente de los servicios secretos, una curiosa familia que proyecta una sombra gigantesca...
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Premio NIN a las letras servias del año 2000
La mano de la buena fortuna es ya un libro de culto. Miles de lectores se han sumergido en él buscando ese maravilloso concepto inventado por el autor: el de la lectura total. Son pocos los elegidos que lo logran. Los que lo hacen, se percatarán de que al interior de las páginas uno puede encontrarse con las personas que están leyendo el mismo libro en ese preciso instante.
Pero esto no termina ahí, si se agudiza la sensibilidad y se aprende a callar ese pesado y confuso ruido de la vida cotidiana, el lector puede ensanchar los márgenes de la lectura. Encontrar olores, emociones, paisajes que el escritor no describe. Y así, cada libro, cada lectura, es una puerta a una dimensión individual en la que uno se apropia tanto del libro, como el libro se apropia de uno.
Ése fue el método mediante el cual Anastas Bránica, autor del libro Mi legado, trató de construir un refugio para su amada. Un lugar en el que pudieran escapar de la institutriz de ésta, que buscaba adiestrarla para un matrimonio convenido. Así, Anastas Bránica se dio a la tarea de escribir una novela que fuera un recinto, un templo, un santuario en el que pudieran escapar de sus nombres, de las pesadas ataduras sociales, de la gran guerra y, sobre todo, en el que pudieran dar rienda suelta a su amor sin la mirada de los otros que todo enturbia.
Como todo camino hacia la dicha, la lectura tiene sus peligros: oscuros merodeadores que pueden acechar la intimidad, espías que utilizan la lectura simultánea como trampas para atrapar a sus enemigos, y el más peligroso de todos: el olvido. El olvido de la lengua, el olvido de la magia de los encuentros a distancia una vez que se regresa al mundo real, el olvido de los detalles que, llenos de sustancia, combaten el inclemente deslizarse del tiempo que termina por corromper cualquier afán humano.
La pluma de Petrovi es la de un genio. Un hombre capaz de traspasar las capas de la materia para observar la morada de la esencia humana. «Acertar y atinar la verdadera proporción de la levedad y la gravedad es el secreto de todas las cosas», nos dice el escritor serbio. Cada palabra, cada rincón sublime o secreto develado en La Mano de la Buena Fortuna ha sido calibrado con el ahínco de un artesano para darle al lector la posibilidad de emprender un viaje que jamás olvidará.
Resumen del editor:
Cuando lee con mucha atención, Adam Lozanic es capaz de meterse dentro de un libro y encontrarse allí con quien sea que lo esté leyendo al mismo tiempo que él. Adam trabaja como corrector externo para una revista de turismo y es becario del Departamento de Lengua y Literatu*ra Serbias. Su anodina rutina se verá profundamente alterada cuando una misteriosa pareja contacte con él para encargarle "corregir", ateniéndose a sus caprichosas indicaciones, una extrañísima y olvidada novela, sin personajes ni peripecia; una obra, por lo que descubrirá Adam, escrita hace décadas por el enigmático y malogrado Anastas Branica, autor con una triste historia a sus espaldas. Será así, dentro del libro de Anastas, como Adam entrará en contacto con una memorable galería de personajes que están leyendo el libro a la vez que él: una anciana y excéntrica dama, un agente de los servicios secretos, una curiosa familia que proyecta una sombra gigantesca...
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