jmm00044
30 junio 2013, 11:45
Cronica de un golpe anunciado (18 De Julio 1936)
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/dibujos/1-46.jpg
El documental trata de los acontecimientos que ocurrieron en Donostia-San Sebastián, Pamplona, Bilbao y Vitoria-Gasteiz alrededor del 18 de julio de 1936.
La desaparición de las esperanzas puestas por los sectores más conservadores en la victoria en los comicios de febrero, devinieron en señal de salida para que los elementos militares más proclives a terminar con el régimen de libertades retomaran los planes golpistas y los pusieran en vías de ejecución. Estos planes eran más o menos discretos, pero en absoluto secretos. El Gobierno de la República era sabedor de la escasa lealtad que le profesaban algunos militares y para evitar o, al menos, dificultar sus planes conspirativos los intentó alejar de los puntos más vitales de la República. Así, Franco fue destinado a las islas Canarias y Mola a Pamplona, pero no fueron alejados del Ejército. Además, en el caso de Emilio Mola fue destinado al territorio que más le podía apoyar visto el peso que el carlismo tenía en la sociedad navarra.
Los militares fueron los organizadores del golpe de Estado de julio, pero no fueron los únicos implicados en el mismo. Junto a la milicia participaron en el golpe la Iglesia católica, la mayor parte de ella salvo sectores significativos del clero vasco y catalán y elementos aislados del resto del Estado; la oligarquía industrial y agraria; además de los tradicionalistas, organizados militarmente en el requeté; los fascistas de Falange y los monárquicos liberal-conservadores de Renovación Española. El resto de la derecha, la parte más "civilizada", la representada por Gil Robles, también se sumó con armas y bagajes al inicial pronunciamiento, y tras el fracaso de éste, a la posterior guerra civil.
Todos ellos habían recibido el advenimiento de la República como la sustanciación de todos los males. Las clases económicas más pudientes que por siglos habían hecho y deshecho a su antojo se hallaron de buenas a primeras ante unas clases medias y bajas que reclamaban una mayor participación en el poder y en el reparto de la riqueza. Por otra parte, los avances del laicismo, y hasta del anticlericalismo, en la sociedad hacían que pareciera en posición de disputar a la Iglesia católica su posición de marcadora de la conciencia moral. Finalmente, las naciones vasca y catalana solicitaban que se solucionaran los conflictos nacionales y se les permitiera su libre desarrollo y el desenvolvimiento de su voluntad. La grave crisis económica que se vivía a nivel internacional tras el crack bursátil de 1929 y el auge de los totalitarismos en todo el ámbito occidental a excepción de los países nórdicos y anglosajones, facilitó mucho la vía golpista y militar. Los años treinta no fueron las mejores fechas para la democracia, hasta los más firmes demócratas no tenían reparo en criticar en profundidad el parlamentarismo, sobre todo tras el ascenso al poder por vías impecablemente legales del partido nazi en Alemania.
Éste era, a grandes rasgos, el ambiente en aquel verano pos electoral, pero como suele suceder en estos casos, de tan obvio los interesados no se dieron cuenta hasta que la ola de la guerra les sorprendió. Y entonces sí, entonces se destaparon las cajas de los demonios.
avi 542.27 MB
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El documental trata de los acontecimientos que ocurrieron en Donostia-San Sebastián, Pamplona, Bilbao y Vitoria-Gasteiz alrededor del 18 de julio de 1936.
La desaparición de las esperanzas puestas por los sectores más conservadores en la victoria en los comicios de febrero, devinieron en señal de salida para que los elementos militares más proclives a terminar con el régimen de libertades retomaran los planes golpistas y los pusieran en vías de ejecución. Estos planes eran más o menos discretos, pero en absoluto secretos. El Gobierno de la República era sabedor de la escasa lealtad que le profesaban algunos militares y para evitar o, al menos, dificultar sus planes conspirativos los intentó alejar de los puntos más vitales de la República. Así, Franco fue destinado a las islas Canarias y Mola a Pamplona, pero no fueron alejados del Ejército. Además, en el caso de Emilio Mola fue destinado al territorio que más le podía apoyar visto el peso que el carlismo tenía en la sociedad navarra.
Los militares fueron los organizadores del golpe de Estado de julio, pero no fueron los únicos implicados en el mismo. Junto a la milicia participaron en el golpe la Iglesia católica, la mayor parte de ella salvo sectores significativos del clero vasco y catalán y elementos aislados del resto del Estado; la oligarquía industrial y agraria; además de los tradicionalistas, organizados militarmente en el requeté; los fascistas de Falange y los monárquicos liberal-conservadores de Renovación Española. El resto de la derecha, la parte más "civilizada", la representada por Gil Robles, también se sumó con armas y bagajes al inicial pronunciamiento, y tras el fracaso de éste, a la posterior guerra civil.
Todos ellos habían recibido el advenimiento de la República como la sustanciación de todos los males. Las clases económicas más pudientes que por siglos habían hecho y deshecho a su antojo se hallaron de buenas a primeras ante unas clases medias y bajas que reclamaban una mayor participación en el poder y en el reparto de la riqueza. Por otra parte, los avances del laicismo, y hasta del anticlericalismo, en la sociedad hacían que pareciera en posición de disputar a la Iglesia católica su posición de marcadora de la conciencia moral. Finalmente, las naciones vasca y catalana solicitaban que se solucionaran los conflictos nacionales y se les permitiera su libre desarrollo y el desenvolvimiento de su voluntad. La grave crisis económica que se vivía a nivel internacional tras el crack bursátil de 1929 y el auge de los totalitarismos en todo el ámbito occidental a excepción de los países nórdicos y anglosajones, facilitó mucho la vía golpista y militar. Los años treinta no fueron las mejores fechas para la democracia, hasta los más firmes demócratas no tenían reparo en criticar en profundidad el parlamentarismo, sobre todo tras el ascenso al poder por vías impecablemente legales del partido nazi en Alemania.
Éste era, a grandes rasgos, el ambiente en aquel verano pos electoral, pero como suele suceder en estos casos, de tan obvio los interesados no se dieron cuenta hasta que la ola de la guerra les sorprendió. Y entonces sí, entonces se destaparon las cajas de los demonios.
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