jmm00044
11 diciembre 2010, 10:53
Los condenados de la tierra - Frantz Fanon
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/Otro/imagenes/B583_4BA513DD.jpg
No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil
millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres
y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían
del Verbo, los otros lo tomaban prestado. Entre aquéllos y éstos,
reyezuelos vendidos, señores feudales, una falsa burguesía forjada
de una sola pieza servían de intermediarios. En las colonias, la
verdad aparecía desnuda; las "metrópolis" la preferían vestida; era
necesario que los indígenas las amaran. Como a madres, en cierto
sentido. La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena;
se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con
hierro candente, los principios de la cultura occidental, se les
introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes palabras
pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en
la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados. Esas mentiras
vivientes no tenían ya nada que decir a sus hermanos; eran un
eco; desde París, Londres, Ámsterdam nosotros lanzábamos
palabras: "¡Partenón! ¡Fraternidad!" y en alguna parte, en África,
en Asia, otros labios se abrían: "¡...tenón! ¡...nidad!" Era la Edad
de Oro...
PDF 199 PAGINAS
***Contenido oculto. Abra la versión completa del tema para visualizar los enlaces.***
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/Otro/imagenes/B583_4BA513DD.jpg
No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil
millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres
y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían
del Verbo, los otros lo tomaban prestado. Entre aquéllos y éstos,
reyezuelos vendidos, señores feudales, una falsa burguesía forjada
de una sola pieza servían de intermediarios. En las colonias, la
verdad aparecía desnuda; las "metrópolis" la preferían vestida; era
necesario que los indígenas las amaran. Como a madres, en cierto
sentido. La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena;
se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con
hierro candente, los principios de la cultura occidental, se les
introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes palabras
pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en
la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados. Esas mentiras
vivientes no tenían ya nada que decir a sus hermanos; eran un
eco; desde París, Londres, Ámsterdam nosotros lanzábamos
palabras: "¡Partenón! ¡Fraternidad!" y en alguna parte, en África,
en Asia, otros labios se abrían: "¡...tenón! ¡...nidad!" Era la Edad
de Oro...
PDF 199 PAGINAS
***Contenido oculto. Abra la versión completa del tema para visualizar los enlaces.***