jmm00044
5 febrero 2014, 18:51
El marica, la bruja y el armario - Eduardo Nabal
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/dibujos/muy-1884.jpg
Homofobia femenina y misoginia gay en el cine
“Todos rinden homenaje a la Madonna. La Madona de plástico. La Madona de la equivocación. La Madonna que todo lo ve y todo lo perdona. La Madona que sabe aceptar una broma. Tal vez esta noche, cuando las persianas estén bajadas y la plaza quede iluminada por las estrellas y en silencio, la Madonna y San Antonio se reirán y hablarán de los juegos y los sucesos del día, tal y como hacen siempre, observadores y guardianes de la vida invisible”
(Jeannette Winterson “El PowerBook”)
Eduardo Nabal nos invita a la sala oscura. En el programa, entre otras: Segunda piel, El talento de Mr. Ripley, Haman, el baño turco, Boys don't Cry, Yossie & Jagger, Brokeback Mountain, Plata quemada, Edward II, Maurice, Wilde, Todo sobre mi madre, Lejos del cielo y Cabaret. Películas, sí, que ya han visto pero que merecen ser revisitadas.
El cine, terreno de libertad, es también coto abierto en el que campan a sus anchas la homofobia femenina y la misoginia gay. Empieza la película. Él dice: «Bruja, más que bruja», y lo escupe porque cree que esa mujer es la arpía más malvada de todas las perversas. «Marica, ¡maricón!», grita ella, y al hacerlo no define: insulta. Y ambos se dan cita para el duelo a las puertas del armario, espacio simbólico de encierro y ocultación de la homosexualidad. The End.
Nabal nos recuerda que, más allá del marica orgulloso que se apropia del insulto (¡qué cosa tan queer!), y de la bruja que se inscribe en la tradición de las mujeres sabias, estigmatizadas y perseguidas, en ocasiones el cine nos devuelve la imagen más terrible de ambos, porque utiliza esos términos de manera ofensiva, como aprendimos a leerlos en los cuentos, como nos enseñaron a usarlos desde pequeños progenitores y educadores.
Aquí todo parece lo que es, porque éste es un libro «sobre los estereotipos, pero que pretende alejarse del simple rechazo frontal a los mismos, porque este rechazo puede tanto colapsar su interpretación como limitarse a una aproximación superficial y nada efectiva a los mismos. Y el cine como arte visual y narrativo funciona con imágenes o ideas de personas tal y como perviven en el subconsciente colectivo». Buceemos, pues.
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Homofobia femenina y misoginia gay en el cine
“Todos rinden homenaje a la Madonna. La Madona de plástico. La Madona de la equivocación. La Madonna que todo lo ve y todo lo perdona. La Madona que sabe aceptar una broma. Tal vez esta noche, cuando las persianas estén bajadas y la plaza quede iluminada por las estrellas y en silencio, la Madonna y San Antonio se reirán y hablarán de los juegos y los sucesos del día, tal y como hacen siempre, observadores y guardianes de la vida invisible”
(Jeannette Winterson “El PowerBook”)
Eduardo Nabal nos invita a la sala oscura. En el programa, entre otras: Segunda piel, El talento de Mr. Ripley, Haman, el baño turco, Boys don't Cry, Yossie & Jagger, Brokeback Mountain, Plata quemada, Edward II, Maurice, Wilde, Todo sobre mi madre, Lejos del cielo y Cabaret. Películas, sí, que ya han visto pero que merecen ser revisitadas.
El cine, terreno de libertad, es también coto abierto en el que campan a sus anchas la homofobia femenina y la misoginia gay. Empieza la película. Él dice: «Bruja, más que bruja», y lo escupe porque cree que esa mujer es la arpía más malvada de todas las perversas. «Marica, ¡maricón!», grita ella, y al hacerlo no define: insulta. Y ambos se dan cita para el duelo a las puertas del armario, espacio simbólico de encierro y ocultación de la homosexualidad. The End.
Nabal nos recuerda que, más allá del marica orgulloso que se apropia del insulto (¡qué cosa tan queer!), y de la bruja que se inscribe en la tradición de las mujeres sabias, estigmatizadas y perseguidas, en ocasiones el cine nos devuelve la imagen más terrible de ambos, porque utiliza esos términos de manera ofensiva, como aprendimos a leerlos en los cuentos, como nos enseñaron a usarlos desde pequeños progenitores y educadores.
Aquí todo parece lo que es, porque éste es un libro «sobre los estereotipos, pero que pretende alejarse del simple rechazo frontal a los mismos, porque este rechazo puede tanto colapsar su interpretación como limitarse a una aproximación superficial y nada efectiva a los mismos. Y el cine como arte visual y narrativo funciona con imágenes o ideas de personas tal y como perviven en el subconsciente colectivo». Buceemos, pues.
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