jmm00044
15 marzo 2014, 07:55
Peter Cushing billete ida Hollywood
http://i1127.photobucket.com/albums/l625/jmm00044/dibujos/xi29nsvfdia7xhl.jpg
Sin ningún género de dudas, Peter Cushing es uno de los nombres propios de la historia del cine fantástico. Su figura, ligada para siempre con la de Christopher Lee y la productora que les llevó a ambos al estrellato, la Hammer, gracias principalmente a su trabajo en dos de las sagas fundamentales del género, Drácula y Frankenstein, amén de un buen puñado de películas más, se convirtió desde hace tiempo en un icono, respetado y venerado por los aficionados de todo el mundo. Pero al igual que les ocurriera en su día a otros dos genios como Vincent Price y Boris Karloff, quienes junto a Chaney, Lugosi, Lee y el citado Cushing conforman la primera línea de figuras del terror, su éxito le llevo a un encasillamiento dentro de films de corte fantástico, relegándole a papeles secundarios en otro tipo de cintas y produjo, aún hoy en día, el olvido y el menosprecio de su obra y su talento interpretativo, por una parte de la crítica generalista estrecha de miras que ningunea, salvo casos muy puntuales, todo aquello que huela a fantastique por sistema. El documental arranca con los primeros pasos del actor inglés en el mundo de la interpretación, pasos que le llevaron a marcharse a Estados Unidos, más concretamente a Hollywood, sólo con billete de ida (de ahí el nombre de esta obra) y sin apenas dinero en los bolsillos. A partir de aquí, un ya anciano Cushing desgrana su carrera, salpicándola con multitud de anécdotas contadas con su particular sentido del humor, y en el que en ningún momento hay un reproche hacia nadie, dando muestras de la profesionalidad, caballerosidad y enorme humanidad que siempre le fue reconocida por sus compañeros de oficio. Así, desde sus inicios en Hollywood, donde debutó como especialista con frase (y doble “gemelo” de Louis Jourdan) en La máscara de hierro (The Man in the Iron Mask, 1939) de James Whale, pasamos a su vuelta a Inglaterra a causa de la Segunda Guerra Mundial, su éxito inmediato en el mundo catódico y, finalmente, su estrellato internacional gracias al gran impacto de las producciones terroríficas de la Hammer. Al mismo tiempo, nos relata su relación con actores de la talla de sir Laurence Olivier, con quien trabajó en Hamlet (Hamlet, 1948), Humprey Bogart, o la bella Carole Lombard, actriz que falleció prematuramente, habiendo también cabida para detalles más íntimos y personales, como la manera en la que conoció y se enamoró de su esposa, Violet Helene Beck, o sus profundas creencias religiosas.
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Sin ningún género de dudas, Peter Cushing es uno de los nombres propios de la historia del cine fantástico. Su figura, ligada para siempre con la de Christopher Lee y la productora que les llevó a ambos al estrellato, la Hammer, gracias principalmente a su trabajo en dos de las sagas fundamentales del género, Drácula y Frankenstein, amén de un buen puñado de películas más, se convirtió desde hace tiempo en un icono, respetado y venerado por los aficionados de todo el mundo. Pero al igual que les ocurriera en su día a otros dos genios como Vincent Price y Boris Karloff, quienes junto a Chaney, Lugosi, Lee y el citado Cushing conforman la primera línea de figuras del terror, su éxito le llevo a un encasillamiento dentro de films de corte fantástico, relegándole a papeles secundarios en otro tipo de cintas y produjo, aún hoy en día, el olvido y el menosprecio de su obra y su talento interpretativo, por una parte de la crítica generalista estrecha de miras que ningunea, salvo casos muy puntuales, todo aquello que huela a fantastique por sistema. El documental arranca con los primeros pasos del actor inglés en el mundo de la interpretación, pasos que le llevaron a marcharse a Estados Unidos, más concretamente a Hollywood, sólo con billete de ida (de ahí el nombre de esta obra) y sin apenas dinero en los bolsillos. A partir de aquí, un ya anciano Cushing desgrana su carrera, salpicándola con multitud de anécdotas contadas con su particular sentido del humor, y en el que en ningún momento hay un reproche hacia nadie, dando muestras de la profesionalidad, caballerosidad y enorme humanidad que siempre le fue reconocida por sus compañeros de oficio. Así, desde sus inicios en Hollywood, donde debutó como especialista con frase (y doble “gemelo” de Louis Jourdan) en La máscara de hierro (The Man in the Iron Mask, 1939) de James Whale, pasamos a su vuelta a Inglaterra a causa de la Segunda Guerra Mundial, su éxito inmediato en el mundo catódico y, finalmente, su estrellato internacional gracias al gran impacto de las producciones terroríficas de la Hammer. Al mismo tiempo, nos relata su relación con actores de la talla de sir Laurence Olivier, con quien trabajó en Hamlet (Hamlet, 1948), Humprey Bogart, o la bella Carole Lombard, actriz que falleció prematuramente, habiendo también cabida para detalles más íntimos y personales, como la manera en la que conoció y se enamoró de su esposa, Violet Helene Beck, o sus profundas creencias religiosas.
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