Mi turno... Gracias Luisa por las felicitaciones. =). Te las mando a ti también.
Ese día las calles se llenaron de arcángeles etéreos y sulfúricos demonios.
Olvidado de sí, Roberto volvía a casa después de una borrachera épica. Su mujer lo esperaba en bata:
-¡Otra vez venís borracho!-
El reclamo fue un balde de agua hirviente. Quiso tomarla por el pelo, arrastrarla por el piso y romper su cara a martillazos para quitarle lo insolente.
La guillotina de sus manos cayó con vértigo; aunque no halló el bulto que buscaba. Fue entonces cuando se dio cuenta que su mujer ya no era de carne y hueso; sino como el incienso al que no se le puede poner un dedo encima.
Espantado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar al manicomio. Las puertas que se abrían eran amplias y doradas como las del Cielo; pero del otro lado lo esperaba su tormento.