Podía jurar que me habían engañado ...... algo estaba mal.
Apenas recibí la noticia, preparamos el operativo.
Remigio cubriría el flanco izquierdo, Ernesto el derecho, Camilo la puerta trasera y al frente Lucas, el peleador más terrible.
En el techo yo, nuestro mejor tirador. La chimenea era el camino esperable para entrar a la casa, pero no pasaría por allí con semejante carga indeseada.
Un adecuado acopio de armas: gruesas piedras para las hondas, palos por si la heríamos y una herrumbrada navaja para terminar la faena cortándole el cogote.
Hoy es el día señalado. Todos afuera, cada uno en su puesto, ninguno duerme. El pajarraco caerá.
Cuando escuché llorar a mi hermanita recién nacida, no pude creerlo.
Todos los caminos vigilados y cinco avezados guerreros alerta …… ¿por dónde entró la cigüeña que la trajo? …… ¿nadie la vio pasar?
¡Padres mentirosos! Ya me contaron la verdad, pero …… ¡qué dura manera de perder la inocencia!
(150 palabras exactas)