A tantos compañeros que callan ........
Entonces, ya no pude más .... hablé ....
Hubiese dicho lo que sabían, lo que deseaban y lo que no interesaba.
Sabían hacer su trabajo los esbirros. Me creía fuerte lejos de sus manos y era ahora un guiñapo rogando por piedad que la tortura terminara.
Inconscientemente, repensé el gran consejo: “nada sabes, nada dices ….. no recuerdes rostros, nombres, direcciones, contraseñas ….”
Eso hice. Siempre la cabeza gacha, los ojos cerrados, “alias” cambiantes ……
Desesperado, inventaba procurando acabar mi masacre, pero nadie caería por mi culpa …… ningún compañero arrastraría al tormento.
Ellos lo sabían. Me escuchaban pacientemente, esperando algún detalle significativo, pero mi ignorancia era total. Derrotado en el patíbulo, sería vencedor en la historia.
Grande es el precio de la victoria, pero no se puede pelear contra los poderosos sin tener valor para inutilizar sus armas deshumanizantes, terroríficas, dolorosas ……
No lo olvidemos: no saber significa no traicionar.
(150 palabras, título incluido)