
Iniciado por
CapitanBlood
"Tócala de nuevo, Sam" recomendó esa vocesita interior lasciva y libidinosa que todos escuchamos llevándonos a desear goces perversos.
Sam la tocó nuevamente …… deseaba averiguar si tardaría en abrirse, apresurando la entrega de sus interioridades.
La mujer se revolvió como al tacto de aquella mano pringosa y engarfiada en su mayor intimidad, aunque nadie la hubiera puesto allí. Abrió la boca para gritar, pero una sacudida del metro agitó el vagón.
Cualquier toqueteo involuntario hubiese tenido una explicación inocente. Sam se había salvado …….
Buen momento para llamarse a sosiego, pero aquellas formas pletóricas le resultaban irresistibles. Rechonchas, rellenas, como le gustaban. Como las necesitaba.
Volvió a estirar el garfio, tocando las superficies rugosas. Oyó el suspiro de la mujer cuando sintió que algo se abría y recibió la cachetada en plena cara, escuchándola gritar “ladrón, ladrón”.
Triste destino de quienes roban carteras. Terminan presos.
Nunca resisten si las imaginan atiborradas de billetes.
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