Aquella noche oscura como boca de lobo, como sotana de cura inquisidor, como alma de presidente yanki, con la más completa de las negruras se derramó sobre nosotros.
No eran sólo metáforas. Lobos aullantes nos perseguían, bendecidos por una iglesia traidora y alentados desde el norte del continente.
Al principio, sólo pudimos desbandarnos.
Pero no alcanzaba. Los engendros de la noche querían sangre y la oscuridad hizo desaparecer en un limbo de horror a muchos compañeros. Cuerpos lacerados, balazos subrepticios, aviones de la muerte ….. así ensuciaron nuestra tierra.
Dulces manos femeninas encabezaron la resistencia. Madres buscando sus hijos, abuelas sus nietos, hermanas a hermanos. A su amparo los hombres y la patria fuimos levantando la cabeza del barro.
El resto es historia conocida. Las bestias perdieron, como cobardes. Cayeron, como caen los tiranos.
Y llegó la hora. Tarda, pero siempre llega ……
La justicia de los hombres los espera.