Un nuevo año lectivo
Recuerdo la lozanía de aquella tarde de verano juvenil en el liceo. Se iniciaba un nuevo año lectivo, y el nerviosismo era natural y patente entre los alumnos de aquel viejo, famoso e histórico recinto educativo. Todos se arremolinaban en torno a la cartelera que les anunciaba la ubicación de sus aulas; lucían ansiosos por verles las caras a sus nuevos profesores y a sus nuevos compañeros de clases. Querían escrutar, así nomás, el carácter de los docentes: si estos eran apacibles o, por el contrario, exigentes; pues así medían el grado de dificultad que afrontarían para aprobar sus asignaturas. Allí se respiraba un aire de excelencia académica y todo estaba muy limpio y dispuesto para la enseñanza.
¡Cuánta emoción, cuánta alegría y cuánto respeto y reverencia por aquella vetusta escuela por la cual habían pasado tantas generaciones de hombres y mujeres en busca de saberes!...