Me apena poner aquí mis lugares comunes, no sólo viendo las joyas que han puesto Jmm00044 y Herroldch sino también pensando en las que pueden llegar a aparecer luego.
Pero poner aquí los poemas que a uno lo movilizaron es una manera de mostrarse ...... y no le voy a sacar el cuerpo a la cosa. Tal vez "Mis poemas preferidos" cuenten mi historia mejor que yo .........
Aunque a muchos de ellos los haya elegido musicalizados, aunque muchos cuenten sólo una circunstancia, aunque en la mayor parte de los casos mi "preferido" sea sólo un verso o una cuarteta.
Así que cada tanto pondré uno. Éste, el primero, creo que fue también el primero que allá por mi arcáica adolescencia me hizo saber que existía esa rara manera de hablar que llamaban poesía.
Canción del Pirata
José de EsproncedaCon diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Es obvio que esa cuarteta repetida y puesta en itálica explica lo que me identificaba con este poema, allá cuando el bullir de la adolescencia no había visto todavía mellar mis fuerzas, cuando la inmadurez me revolcaba en el individualismo y todavía no había descubierto que juntos somos más.
Y, en parte, quiero seguir siendo ese pirata, aunque fuera sólo internético ya ........ pero convencido de sus capacidades para cambiar el mundo y no someterse a ningún mandón.
Lo que sí quiero es ponerle el contexto: conocía en aquellos años tempranos sólo los dos piratas de Salgari ........ el Corsario Negro que perseguía su amor eterno y desgarrado por Honorata de Wan Guld y aquel príncipe de la Malasia gracias al cual toda mujer que se llamara Mariana me hizo temblar las rodillas por definición ......... o sea que MI pirata adolescente venía de a dos ..........
Y, si verdaderamente los recuerdan, daban la vida también por sus Compañeros de aventura ...........