
Iniciado por
Lap
Pablo, eres impresionante con la pluma.....
Gracias Lap. Es el contagio, el contagio.
(sin título)
Y ahora vuelven,
y de cada escondite
nacen,
Luisa.
De pronto me voy quedando mudo,
quieto, terriblemente solitario. Casi ciego.
Y ya ciego sin afán,
ni calma, ni lamento... escucho:
El lento rodar del sol brillante,
el latido esponjoso de la alta bruma,
el taconeo de las conversaciones
de jóvenes y señoritas;
pequeños adultos que hierven bajo este mismo sol
y sobre el infierno que desatan sus hormonas traicioneras.
De pronto se suicida una guayaba,
derrama sobre el pavimento su carne pálida,
sus huesos de semilla se dispersan
y queda la cáscara dura,
tirada, inerte, triste
y derrotada por la gravedad omnipresente.
Un aire caliente revuelve la copa de los árboles;
el cabello de las señoritas pierde la compostura
y dentro de los jóvenes,
se arremolina otro viento
y por todo el cuerpo sienten huracanes.
Saliendo de todos los rincones,
naciendo incluso de los aires inocentes,
de las guayabas decididas,
de las conversaciones inexpertas;
el calor traicionero del traicionero mayo
me hace pensar en mi llovizna,
lejana y casi extinta...
¿dónde vendrá su canción de cristales, su amable réquiem?