No veo el cielo
de celeste bronce
bruñido por nubes
de algodón de azúcar.
Ni veo el mar
de molidas gemas líquidas,
agitándose al compás
de las barcazas.
De rodillas sobre la tierra polvorosa,
estoy bruñendo bronces para futuros cielos
y moliendo gemas,
para venideros mares.