Saludos, amigo Pablo. Mis respuestas sobre sus preguntas serán igualmente lapidarias. No soy poeta, más sin embargo, parto de una premisa muy distinta a la que usted y el buen amigo "no sé quién", tienen sobre la poesía. Ambos parecen estar de acuerdo en afirmar que esta es un medio para acercarse a la verdad; incluso, usted dice que esta aseveración es muy acertada (¡!); no obstante, opino que esto es incorrecto, pues pienso que la poesía, como arte al fin y al cabo, ni se acerca ni se aleja de ninguna verdad. Ella es simple y llanamente arte, y le voy a colocar otros ejemplos para ilustrar mi tesis.
Como sabemos, el cine y la televisión han llevado el arte de la actuación a su máxima expresión; a tal punto, que desde hace décadas, estos se convirtieron en el principal medio de diversión del hombre, independientemente de sus pro y sus contras. ¿Quién no conoce, por ejemplo, a Supermán, Batman y Robin, La Mujer Maravilla, El Llanero Solitario y Toro, Los Cuatro fantásticos, Ultramán, Fantasmagórico, Tarzán, etc.?...De seguir agregando súper hérores, haría interminable esta lista. Ahora bien, yo le pregunto: ¿son reales todos estos archifamosos personajes del cine y la televisión? ¡Por supuesto que no!...Pero, ¿acaso no nos divertíamos cuando éramos niños, cada vez que los veíamos? ¿Y acaso nos importó si ellos eran reales o imaginarios?...¡Claro que no!
Pero todavía hay algo más importante: cuando leemos a Don Quijote, La Divina Comedia, La Ilíada o cualquier otra obra clásica, ¿acaso nos importa si estos personajes fueron reales o ficticios? ¿De qué trata, por ejemplo, La Ilíada? ¿No es esta la narración de una guerra entre dioses, héroes y mortales? ¿Y quién cree hoy día que el dios Apolo y la ninfa Tetis (la madre del héroe Aquiles), por ejemplo, existieron en verdad? ¿Pero acaso ha disminuido el interés por la lectura de estas obras clásicas? ¡Nunca! De la misma manera, muchas personas a nivel mundial han disfrutado durante siglos la obra cumbre del poeta italiano Dante Aligieri, "La Divina Comedia", sin importarles, desde luego, que esta haya sido el producto de su imaginación. Esta última, al igual que las que más arriba les menciono, hoy son leídas y disfrutadas por todas aquellas personas que se dicen cultas, sin importar, le repito, que sean pura ficción. Luego entonces, cabría preguntarse si todos estos autores se aproximaron a alguna verdad cuando escribieron estas obras clásicas de la literatura universal. No lo creo; y en todo caso, ¿a cuál verdad?...¡Esto es arte! Luego entonces, amigo Pablo, vuelvo y le repito, que al menos por ahora, no creo que los poetas, independientemente de los recursos lingüísticos que pudieran utilizar cuando hacen poesía, ni se acercan ni se alejan de la verdad. Estimo, pues, que las palabras en sí son neutras, y que el valor de verdad que se les puede atribuir a las mismas, dependerá única y exclusivamente de la intención de quienes las utilicen y nada más...He aquí mi veredicto...
Le coloco otro pequeño ejemplo: supongamos que soy poeta, y le escribo algún poema a una mujer a quien considero hermosa, y hagamos de cuenta que dicho poema es muy bello. ¿Qué sucedería si usted llegara a conocer a esta mujer y se la encontrara muy fea?...¿Diría usted que mentí al dedicarle un poema a una mujer poco atractiva?...¿Quién de los dos miente, yo que digo que ella es hermosa o usted que afirma lo contrario? ¿Cómo resolver semejante problema? ¿Cuáles parametros utilizaríamos para llegar a un veredicto sobre este asunto?...Me parece que esto sería una cuestión muy difícil de resolver; yo diría que imposible, porque la que para usted es una mujer hermosa, para mí no necesariamente tiene que serlo y viceversa. Luego entonces, ¿quién podría decir que mentí o dije la verdad con el poema que le dediqué a esta hipotética mujer a quien, al menos yo, encuentro bella? ¿Se da cuenta, amigo Pablo, que es muy difícil atribuirle alguna verdad a la poesía?...¿No está suficientemente claro que en la poesía, como en cualquier otra forma de arte, hay mucho de subjetivo?
Respecto a los palíndromos, las jitanjáforas, las eufonías, y yo le agregaría las metáforas en todas sus formas, no son más que recursos lingüísticos que si bien sirven para adornar lo que escribimos, jamás nos van a acercar ni tampoco alejar de ninguna verdad. Para mí, vuelvo y le repito, no es válida esa tesis de que la poesía nos aproxima a la verdad, puesto que como ya lo he dicho, las palabras son neutras, y los hombres vivimos atrapados o presos por la subjetividad. Si a mí me gusta el chocolate, ¿cómo me va a convencer de que esta ambrosía tiene mal sabor, sólo porque a usted no le gusta?. Finalmente, las cacofonías, hasta donde tengo entendido, sólo agregan disonancias a lo que se dice...
Observe la siguiente igualdad: 2 + 3 = 7. Es evidente que esta proposición es falsa; ahora bien, ¿cree usted que si yo la adornara con frases, giros, metáforas y eufonías, la voy a convertir en una proposición cierta; o al menos, la aproximaría a alguna verdad matemática? Por supuesto que no. Entonces, esto mismo aplico al hecho de utilizar los palíndromos, las jitanjáforas y cualquier otro recurso lingüístico en la poesía u otra obra escrita en prosa y/o en verso. Sólo servirían para adornarla, más no para convertirla o, en su defecto, acercarla a verdad alguna .
Con esto doy respuesta a su comentario de más arriba, amigo Pablo.
Un apretón de manos y seguiremos en contacto.
Cordialmente, un servidor,
Alexis.