Esta es una novela corta, que se lee rápidamente. No pasan muchas cosas y el tono con el que Ginzburg escribe es un poco distante y triste. Recuerda la tristeza ligera de las películas del japonés Yasujiro Ozu, un matiz de tristeza con término propio en japonés (mono no aware) y que está relacionada con la punzada dulce y dolorosa que produce contemplar la impermanencia de las cosas.
En la novela, es una tristeza que Ginzburg transmite con una prosa musical y percutiva: “Vivimos en este pueblo desde hace muchos años. Mi padre es el contable de la fábrica. El abogado Bottiglia es el administrador de la fábrica. Todo el pueblo vive en función de la fábrica”. Fábrica, fábrica y fábrica. La narradora de la novela quiere dejar las cosas claras y a veces escribe como mandando telegramas. Frase y punto. Frase y punto.
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Las palabras de la noche - Natalia Ginzburg
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