La discriminación racial existe, ni quien la niegue. Nace de todos los odios y de todos los temores. Aquí, en Guatemala, me discriminan los indígenas, llamándome criollo o hijo de explotadores; como me discriminan los no-indígenas diciéndome indio. Y yo no soy, recordando a Facundo Cabral, ni de aquí, ni de allá. Pero existe otra discriminación que es aún peor y de la que, pienso yo, valdría la pena abrir otro Colloquim para discutir; me refiero a la discriminación mental.
Pero el problema del racismo no encuentra solución en la denuncia de quienes lo sentimos, sino en nuestras acciones. Así como Ud. lo ha dicho, como lo hace. El primer argumento es restarle peso a los despectivos, a los insultos. Con esto les quitamos sus filo a sus espadas y veneno a su ponzoña.
¿Importa que los Europeos nos llamen sudacas? Sí importa, si sentimos desprecio ante tal adjetivo, el cual es al final de cuentas. ¿No los discriminamos al llamarlos europeos? ¿No discriminamos a los estadounidenses llamándolos yankees? ¿Qué posición tomaremos? Restarle el valor a la palabra no resuelve el problema; pero ayuda saber que detrás del insulto hay una persona con temor a nuestras resoluciones personales y con menos capacidad para resolver ya el problema.
Lo primero está planteado. Valorarnos como seres y no depender de los hechos externos para lograr la plenitud; esto es labor de toda la vida. El hombre de a pie luego tiene que pensar más ampliamente, saber manejar sus opiniones y darle matices, formas, llevar su discurso por las áreas de discusión que interesen y sacar, de ser posible, conclusiones. Dudar de sus certezas para formular opiniones, apoyarse en otras opiniones y expandir el pensamiento... hasta el infinito. No son los títulos los que hacen a los hombres; sino los hombres, quienes hacen a los títulos.
Nuestra cultura es una certeza; pero no una cadena dura. Si nos discriminan por pertenecer a determinado grupo, disfrutemos más de nuestro grupo y cuando nos cierren las puertas, abramos más las nuestras. Sonará quizá a "poner la otra mejilla"; pero no es eso solamente. El problema del americano se resolverá cuando el americano resuelva sus problemas más pequeños, sus temores heredados. Sin huir del conflicto; pero tampoco tomando posiciones cerradas y llamando a todos, enemigos. Hará que sus ideas se vuelvan más prolijas y que no denuncie el racismo; sino que haga por resolverlo. ¿Es imposible resolverlo? Quizá sí; pero hay que intentarlo.
Vamos, vamos por el ancho camino. La tierra prometida que es una mejor América, nos está esperando.
Saludos y abrazos.
P.D. Los Best-seller son los peores libros que hay; resulta mejor, aún para quien sueña ser poeta, leer artículos con opiniones diferentes, valientes y bien fundamentadas.
P.D.D. Aclarado con "Canciones del ayer". No lo imaginé con el aire familiar; sino que lo expresé a la manera más simple posible, siguiendo el hilo de mi argumento. Lo sucedido con Uds. es otro ejemplo de que defender principios, requiere no solo de ideas sino también de acciones. Fueron discriminados, por su manera de pensar.