En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... Es una de las notas más altas de nuestra literatura. Y cuando digo, nuestra literatura, no me refiero a la literatura de habla hispana; sino a la Literatura que, como arte, trasciende fronteras y aún idiomas.
Esas primeras palabras de El Quijote provocan en mí una sensación similar a la del agua que, rompiéndose en círculos, sale de su condición estática para recibir con el pecho abierto, el golpe de una piedra que está en absoluto silencio. La mente dormida despierta en la claridad de un día, llamado asombro.
Cada persona le dará una o más opiniones, como Ud. ya ha dicho, acerca de la obra de Cervantes y a lo largo del Colloquim le daré una o varias de las mías; de las que he formulado hasta ahora, para decirlo adecuadamente.
Considero que, desde sus primeras lides, el Quijote fue una novela que Cervantes supo tratar muy meticulosamente. Todas las interpretaciones que hemos hecho, la suya inclusive, tiene que ver con cierta "reverberación" de los valores expuestos con Cervantes y los valores de cada persona, que al entrar en armonía; produce una variedad de conclusiones que se dispara al infinito. Recuerda El Quijote aquel viejo dicho en que no podemos re-leer una obra pues en cada andanza le encontramos dos o más conclusiones, distintas a las que encontramos en la primera lectura. Las aspas de los molinos, no giran siempre al mismo ritmo.
A no pocos nos da por recordar pasajes de esta obra, según el caso: distintos valores, situaciones y circunstancias producen distintas connotaciones. En ese sentido, el Quijote es una novela ejemplar, por lo que de ella comprendemos y por la manera en que está escrita. Dejaremos más para después.