Saludos Santiago y bienvenido a Cultura. Personalmente no creo que se elija a la opción "menos mala". Eso es una falacia de muchos escritores políticos. Gana , la mejor opción o lo que la gente cree que es la mejor opción. Segundo, los eventos políticos no ocurren por azar, no hay fuerzas invisibles que provoquen esas "tendencias estadísticas" sino que es la misma ciudadanía y el ejercicio de la política, las que provocan las circunstancias.
Por otro lado, la política en Guatemala y la sociedad en general, está en una tendencia a la baja, por varias razones. Por el sistema electoral, por la inestabilidad de los partidos políticos y porque los ciclos son demasiado efímeros. Así, es muy improbable que los políticos tengan una formación apropiada. Si se trabaja únicamente para un ciclo de cuatro años, entonces será imposible que al salir un presidente, aparezca otro mejor. Puesto que no hubo, durante los cuatro años, un político que tuviera la capacidad de asumir el liderazgo que deja el presidente.
Que cada vez se eligen peores gobernantes, tampoco es por azar. Los gobernantes electos no tienen formación política, quizá ni siquiera cívica, ni tienen la menor idea de lo que acontece en nuestra sociedad y la sociedad, también es pasiva y permisiva. Desde la apertura democrática, hemos visto desfilar una serie de presidentes que siguieron una línea descendente y los dejamos. La sociedad guatemalteca ha fracasado en la formación de líderes y eso tampoco es de rasgarse las vestiduras. Los gobiernos militares también tuvieron su desgaste; desde el golpe de Peralta Azurdia, hasta el de Mejía Víctores. Fueron bajando poco a poco, desgastados por la dinámica social de aquel entonces.
Decir que cada gobernante es peor que el anterior, obedece a que las pocas cosas buenas que hace un gobierno durante su gestión, son abandonadas al período siguiente. Los cambios son mejores, si son pequeños y se hacen continuamente. Con mucha disciplina. Pero el sistema político en esta era democrática, ha tendido a la mediocridad y a la mediocridad también hemos tendido los electores, incapaces de detectar las cualidades reales que tiene un candidato con aspiraciones presidenciales.
No hay azar en lo que pasa o en lo que ha pasado. No es por cuestión de suerte que las cosas hayan derivado en lo que estamos ahora. Pero tampoco es de caer en pesimismos y vaticinar fracasos. Hay que seguir, levantarse, construir de nuevo. Si la torre se nos cae mil veces, hay que insistir, volver a poner de nuevo todos los ladrillos, esas mismas mil veces y una más.