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Tema: Georgia, aquí en mi mente.

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  1. #1
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    Predeterminado Georgia, aquí en mi mente.

    En la década de los años '70, Ray Charles rescataría del olvido este tema de los años '30 compuesto por Hoagy Charmichael y Stuart Gorrell. Vaya acierto. Aquel pianista lejos de ser un músico invidente es, como todos los grandes, un auténtico clarividente. Lo demás ha sido historia, auténtico material de leyenda: en 20 años, Ray pasó de cancelar un concierto en Augusta protestando por audiencias segregadas a darle a esta misma tierra, una razón de identidad propia.

    Si la canción es cierta y tratándose de Ray, no dudo que así sea; a través del día, una vieja canción es lo que mantiene a Georgia, en nuestra mente. Lo que ahora vemos, con el recrudecimiento de las leyes antipiratería en los Estados Unidos y con la percepción que tenemos de la censura, puede entenderse como parte del problema que una ciencia humana ha tratado por mucho tiempo de resolver y que parece estar lejos todavía, de lograr su cometido. Estoy hablando de la economía, por supuesto.

    El modelo económico de la industria del entretenimiento es obsoleto y es obsoleto porque la industria del entretenimiento no ha podido ver exactamente el problema o no ha sabido cómo enfrentarlo. En sus balances generales, comienzan a ver pérdidas por una razón elemental y muy sencilla. El modelo que siguen, implica millones de dólares en costos de distribución y es que aquellos brillantes empresarios siguen creyendo que su negocio es grabar y distribuir la música, cuando no es así. Empresas como Amazon y iTunes ofrecieron una mejor opción para la distribución, redujeron los elevados costos y ampliaron el mercado al poder atender a más clientes, sin tener que atender a la demanda mediante la fabricación de un producto intermedio, como lo eran los antiguos discos compactos.

    Pero el potencial, el potencial real del mercado era y sigue siendo mucho más grande que lo que Amazon, iTunes y cuantas páginas de ventas de música y películas lograban cubrir. Porque habíamos muchos, muchísimos más consumidores, pidiendo el material que las industrias discográficas y cinematográficas producían y que no podíamos (o no queríamos) aceptar el precio impuesto en las carteleras. Entonces, si tienes producto bueno, pero no lo sabes distribuir obtienes demanda insatisfecha y con esto, aparecerá la oportunidad de un mercado alternativo. Los piratas eran empresarios que podían cubrir el mercado al cual las industrias nos llegaban porque, como alegan las empresas que promueven la ley S.O.P.A.; éstos tiene bajos costos de producción, al no pagar regalías y por supuesto, no tener que pagarle impuestos al gobierno.

    Lo que los productores de entretenimiento no comprenden y por lo que pude leer hoy en notas de prensa, algunos artistas tampoco, es que un productor en libre mercado propone un precio para su producto tal que, cubra sus costos y le genere una utilidad. Pero... en libre mercado, no hay ninguna obligación para comprar a ese precio y, es más, también se añade la capacidad que tiene el consumidor para darse la vuelta y no consumir. ¿Quien te obliga? Absolutamente nadie porque el mercado es libre y es risible como, cuando en los Estados Unidos se defienda tanto la libertad de los mercados; ahora sus grandes empresarios, grandes exportadores, no sepan que están en un esquema muy cercano al del mercado libre y lo que corresponde es negociar aquel precio para que la demanda insatisfecha, quizá se anime a aceptarlo. Pero tienen que cambiar, ellos también tienen que cambiar y apoyar la ley S.O.P.A es cavar su propia tumba, es atarse la soga al cuello. Porque en lugar de pelear por el mercado, con verdaderas innovaciones en el esquema de negocios, se les ocurre la brillante idea de restringir, de limitar el acceso a los buenos productos que hacen. Parece que los reyes de la mercadotecnia han fallado... ¡De nuevo!

    Que en los Estados Unidos, las empresas no sepan los conceptos más elementales del capitalismo no es nada nuevo. Y que las empresas más grandes no tengan la capacidad de atender un mercado global de potencialmente infinitos, lo es menos. Las industrias norteamericanas jamás han sabido atender al cliente y explotar los mercados, de allí que cada cierto tiempo entren en crisis y cierren empresas que pudieron seguir creciendo. Esto esquema de golpearse contra pared es lo que pasaba cuando Japón dió el salto en los noventa y los superó y será lo que pase en esta década, cuando China los supere.

    Los postulados económicos de Adam Smith necesitan muchísimas revisiones y la crisis S.O.P.A. propone un problema interesante: la balanza del uso vs. intercambio. Piensen en el siguiente ejemplo, muy sencillo ¿Qué valor de intercambio podría tener un producto como la Novena Sinfonía de Beethoven? De acuerdo a Amazon, un disco mp3 grabado por la Filarmónica de Berlin vale 10 dólares y si la pregunta fuera ¿Qué valor de uso tiene la Novena Sinfonía de Beethoven? Pues basta decir que esta obra forma parte del Patrimonio de la Humanidad, declarado por la Unesco. Incalculable, podría ser el término. Entonces, tenemos una balanza demasiado inclinada y lo que ahora está pasando es que, del lado de los 10 dólares, están los empresarios y distribuidores y del lado de lo incalculable estamos todos los demás. Los empresarios siempre han querido defender 10 dólares y los que sabemos que dicha obra no tiene precio, creemos que por lo mismo, está fuera de los negocios del mercado libre.

    El potencial de los mercados culturales es, me atrevería a decir, ilimitado y por ello las leyes de protección al derecho de autor, siempre derivan en situaciones como esta. Mientras en los Estados Unidos hacen lo de siempre: llorar cuando hay problemas, en lugar de analizarlos y de resolverlos, el mundo se levanta y les responde. Una canción, como Georgia on my mind, requiere ser cantada, conocida por muchos, llegar a miles de consciencias para luego pasar a lo inconsciente. A lo que parece incrustarse en el instinto y sobrevivir con el devenir de las generaciones. Si la gente en aquellos tiempos, no hubiese escuchado tanto esa canción, quizá hoy ni se hablaría de la cancelación del concierto en el Auditorio Bell, en Augusta.

    La cultura es un hecho trascendente, porque se nutre de los acontecimientos pasados colectivos y porque nutre a la vez, los acontecimientos colectivos del presente. Y en el presente, la locura. Guerras desatadas en segundos, campos de batalla donde ya no se precisa de armamento, hacer de cada un hombre una guerrilla. Pelear sin salir de casa. ¡Esto es surrealista! Pero sucede que sin importar épocas, las guerras son siempre círculos viciosos. Si hay inteligencia en el humano, que yo todavía espero que así sea; veremos que es momento de ponernos de acuerdo, pero de ponernos de acuerdo todos. ¿Es de verdad imposible, superar nuestras diferencias?

    Las industrias de Internet, ahora nos apoyan. Quien diría, hace algunos meses, que Google y nosotros compartiríamos las mismas convicciones; cuando ellos también nos acosaron. Las reivindicaciones claro que estimulan. Uno se siente bien cuando el enemigo es reprendido; pero no voy a dejar de creer y repetir que es el modelo requiere revisión, total revisión y negociación. Es imposible hallar los equilibrios sin tales herramientas. Mientras tanto y mientras se pueda... a seguir escuchando la canción que es tan dulce y tan clara, como la luz de la luna entre los pinos. Lean, comenten, difundan: participen.
    Última edición por Pablo Chavarría; 20 enero 2012 a las 19:36
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  2. Los siguientes 4 Usuarios agradecieron a Pablo Chavarría este mensaje:

    Cantonuevo (20 enero 2012), coma (19 agosto 2014), kardiel (27 enero 2012)

  3. #2
    Alexis Visitante

    Predeterminado Re: Georgia, aqu? en mi mente.

    Desde hace décadas he venido escuchando "Que las crisis son una gran oportunidad para crecer", y es evidente que con lo tocante a la situación planteada con las famosas leyes "S.O.P.A", "SINDE" y afines; y más recientemente con la escalada emprendida contra servidores de intercambio como Megaupload, existen dos grandes grupos que también tendrán que aprender a crecer. Pero para ilustrar mi reflexión, pondré un pequeño ejemplo en el cual, como sonsumidor de cultura que al fin y al cabo soy, me vi involucrado.

    Para mediado de la década de los ochentas, y luego en plenos años noventas, sentí la necesidad de reecontrarme con todas aquellas viejas canciones que en mi patria natal escuchaba de niño. Sin embargo, cuando iba a alguna discotienda a buscar el disco de acetato o, en su defecto, el casett; pues los discos compactos todavía no eran muy populares por su costo prohibitivo, lo cual los hacía algo inaccesible para las mayorías, resulta que o no aparecían, o sencillamente, los precios eran muy elevados para un consumidor de bajo poder adquisitivo como yo. Luego entonces, debía regresar a mi casa encogido de hombros y lleno de lamentaciones. Hasta que de repente y como por arte de magia, apareció un grupo de personas con mucha visión, quienes de inmediato empezaron a buscar, recolectar y reciclar todas esas vetustas canciones tan famosas y populares que tanto se dejaron escuchar por la radio de nuestros respectivos países. Furon ellos quienes hicieron posible que millones de personas nos reencontráramos con aquellos viejos tesoros musicales, los cuales permanecían "ocultos y empolvados", quizás porque a los grandes mercaderes de la música no les era rentable comercializarlos (creían ellos). Estas personas a las que más arriba hago referencia, son precisamente los llamados "Piratas"...

    Pero las cosas no se quedaron allí. Resulta que la industria discográfica "formal", de pronto comenzó a descubrir que aquel tipo de música sí era nuevamente rentable y que, por consiguiente, existía para ella un buen mercado del cual podian adueñarse. Fue entonces cuando desataron una feroz campaña contra los denominados "piratas"; esos mismos que de alguna manera u otra ponían en manos de los ávidos consumidores de música, aquellas canciones que otrora los comerciantes "formales" no habían querido sacar al mercado o, al menos, cuando lo hacían, el precio era demasiado oneroso para las grandes mayorías. Pero el problema de tal situación consistía, además, en que si bien estos grandes empresarios de la música y el espectáculo se quejaban de la piratería e, incluso, "nos aconsejaban" para no adquirir música pirata, porque ello le hacía mucho daño a la industria formal, tampoco hacían ofertas sostenibles para el público consumidor; luego entonces, nosotros, los consumidores, de repente nos encontramos en medio de un fuego cruzado: por un lado, estaban los "piratas" que nos ofrecían música, la gran mayoría de ella con buena calidad de sonido, por cierto, y a muy bajo costo; y por el otro, los "comerciantes formales", quienes como ya he dicho más arriba, no nos hacían ninguna oferta adecuada a nuestras necesidades y mucho menos a nuestras posibilidades adquisitivas. Entonces, ¿qué debíamos hacer?

    Pero aún más: ¿qué hacer ante tal situación? ¿Qué lecciones debemos aprender de toda esta problemática suscitada, por ejemplo, con el cierre del servidor Megaupload? ¿Hay salida? En primer lugar, si bien es verdad que las soluciones a esta problemática no son fáciles que digamos, ello no implica que debamos arrojar la toalla, como si todo se hubiera perdido; de ninguna manera. Y aquí coincido plenamente con lo dicho por el compañero
    Pablo Chavarría, al inicio de este hilo. En segundo lugar, también coincido con el hecho de que ciertamente los grandes mercaderes del espectáculo y la cultura tendrán que repensar sus estrategias de mercado. Estos últimos deberán entender que por encima del lucro económico de unos pocos, se ubican los derechos de las grandes mayorías. Deberán comprender que tenemos pleno derecho a disfrutar de la cultura en todas sus formas, y que toca a ellos buscar la mejor manera para hacer que esta nos llegue sin trabas, ni tampoco calculando únicamente lo que a ellos les convenga mejor, pasando por encima de todo mundo, como si sólo estos tuvieran derechos.

    Y ya para finalizar, quiero hacer una importante aclaración: no es que apoye de ninguna manera el desconocimiento a los derechos que sobre alguna obra pueda tener su autor. En lo absoluto. Además, creo que las personas tienen pleno derecho a vivir dignamente del arte que cultivan y desarrollan; en ello no hay nada de malo. A lo que sí me opongo son a esas deformaciones a las que ya nos tienen acostumbrados los traficantes de la cultura; aquellos para quienes su lucro particular es lo primero y lo ubican por encima del bien y del mal...



    Última edición por Alexis; 21 enero 2012 a las 02:17

  4. Los siguientes 2 Usuarios agradecieron a Alexis este mensaje:

    Cantonuevo (21 enero 2012), Pablo Chavarría (21 enero 2012)

  5. #3
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    Predeterminado Re: Georgia, aqu? en mi mente.

    Dos reflexiones me embargan ahora... Pues el sistema, al ser global es complejo y es cambiante.

    Lo primero es lo que tiene que ver con la industria del entretenimiento en E.E.U.U... Que es una industria norteamericana y que por lo tanto adolece de las flaquezas que tienen las demás industrias de ese país. Siempre ha sido igual, igual de lenta. Siempre temerosa y sus grandes directores, jamás han sabido adaptarse al tiempo en el que viven y a las condiciones cambiantes de sus mercados objetivos. Por eso sus crisis son siempre cíclicas. El acero en Pitsburg, fabricantes automotrices en Detroit, servicios bancarios en Wallstreet, la agricultura sigue subsidiada... entonces? No importa el producto. Son las prácticas empresariales las que desfallecen y ahora le tocó el turno a la industria el entretenimiento.

    Hace unas semanas leía un artículo acerca de la desaparición de la empresa postal en Alemania, de la misma forma, en los Estados Unidos desaparecían los agentes de viaje. ¿Por qué? Por que las cosas han cambiado. Hoy en día, esperar al cartero, es historia. Los servicios postales solo realizan el traslado de paquetería, porque la correspondencia se hace a través del servicio gratuito del correo electrónico. En el caso de los agentes de viaje, desaparecieron porque en la cadena del capitalismo, constituían el eslabón más débil. Los agentes de viaje eran intermediarios, hacían tareas que hoy en día pueden hacer todas las personas con acceso a Internet. Su modelo de negocios desapareció. Ya no había sentido en pagarle a alguien cuando uno mismo puede reservar en el hotel, en el restaurante, planear qué sitios visitar y comprar los boletos de avión desde su casa. Así, muchas cosas han cambiado para la Industria del Entretenimiento.

    Las empresas propietarias de los medios de comunicación, perdieron el monopolio de un mercado, cuyo producto era preciso. Me refiero, al monopolio de la opinión. Aquel paradigma del Cuarto Poder, terminó desgastándose cuando nosotros pudimos "producir" nuestras opiniones y no ceñirnos a "consumir" la opinión que distribuían los medios. Primer golpe.

    Luego comenzó el efecto Napster. Algo que no desapareció, cuando los jueces federales ordenaron el cierre de dicha página. Resulta que Internet, en ese entonces dejó de ser una gran biblioteca estática, para adoptar un modelo cooperativo, en el que todos podíamos participar libremente. ¿Quieren un ejemplo? Allí están Taringa, Silviófilos, Exvagos, Quilicultura... Cultura para todos. ¡Nos sobran los ejemplos! Internet permitió que sus usuarios modificaran el contenido, se expresaran, quisieran participar. Elemento que la industria del entretenimiento no ha podido incorporar a su producto. El monopolio de la participación estaba roto. Segundo golpe.

    El modelo cooperativo y páginas como Megaupload amenazaron pronto con el otro monopolio... el de la distribución. Como ya dije, lenta. Con todas circunstancias, no estamos equivocados si decíamos que este "intermediario" debía empezar a contar sus días. Ante la amenaza, responder como siempre. Sin innovar y sin resolver sus problemas verdaderamente, sino solo para el momento. Cerrar Napster, hace 10 años ¿fue el final? No, no lo fue.

    El ejemplo de Alexis me hace pensar en que el sistema es más complejo y encontrar el equilibrio no será sencillo. En términos de mercadotecnia, Alexis es un cliente especializado, alguien que no consume lo que la oferta tiene en ese momento, sino que busca un producto con características más especiales. La historia que cuenta el compañero, es la que contamos todos los melómanos, fue lo que se contó cuando cerraron Los que no se consiguen. Viene la trampa. La Industria del Entretenimiento deja un espacio y se genera la demanda insatisfecha, en este caso es Alexis y lo hace porque su principal interés está en producir autores nuevos. Allí se complica. Si el modelo cooperativo de Internet, libera la distribución de material y no genera capital para promover a esos autores nuevos. ¿Quién lo hará? ¿Cómo se generarán nuevas formas artísticas y culturales, acordes a lo que ocurre ahora mismo? Los estudios de grabación, siempre tendrán costos y su industria también requiere de investigación y desarrollo tecnológicos. ¿Cómo costear todas esas circunstancias?

    El dilema no es sencillo... Ahora al menos, no lo tengo tan claro. Es obvio que los consumidores como Alexis y todos los demás melómanos, no atentamos contra la aparición de los talentos nuevos; porque simplemente no estamos en su mercado objetivo... pero ¿es posible que este intermediario deba continuar viviendo? Los pueblos necesitan su cultura. Así; Georgia on my mind sigue siendo necesaria en dicho estado, como el Alma Llanera es necesaria en Venezuela y la Luna de Xelajú , en Guatemala. Se necesitan buenos matemáticos para equilibrar una situación así. Complicado.

  6. Los siguientes 2 Usuarios agradecieron a Pablo Chavarría este mensaje:

    Cantonuevo (21 enero 2012)

  7. #4
    Alexis Visitante

    Predeterminado Re: Georgia, aqu? en mi mente.


    Usted ha dado en el clavo, compañero chapín. Precisamente, en su planteamiento está parte del meollo del problema con los llamados derechos de autor, los cuales, a decir verdad, es justo reconocer que deben existir y respetarse. Pero la situación se complica cuando se observan las grandes distorsiones que las actividades económicas de los hombres y, particularmente de los dueños de las obras, crean, generalmente en destrimento de las mayorías; y he aquí donde se generan los conflictos. Veamos: en mi primera intervención en este hilo, hablé de la aparición de los llamados "piratas de la música", esos mismos que fueron capaces de reciclar todas aquellas viejas canciones que no sólo hicieron suspirar a nuestros padres en décadas pasadas, sino también a nosotros mismos, a pesar de la corta edad que para aquel entonces teníamos. Hará unos veinte años, ya las calles de este país estaban inundadas de buhoneros que ofrecían discos compactos, no sólo de excelente calidad auditiva, sino que hasta los tenían litografiados y con sus carátulas muy bien impresas a todo color. Luego, para alguien darse cuenta que era una copia pirata, era necesario examinar el disco por su parte leíble para percatarnos de que al ser este lado azul, negro o verde, ello era señal de su ilícito origen. Pero por otro lado, y aquí viene lo espectacular del asunto, los precios eran irrisorios, y fue por tal razón que rápidamente se formó en torno a la música, una gran industria ilegal que si bien era "pirata", no sólo fue capaz de poner en las manos de melómanos como yo aquellos tesoros musicales que hasta ese momento la industria "formal" se había negado, olvidado o desinteresado en producir; sino que por otro lado, se constituyó en una fuente de trabajo y sustento para cientos de miles de personas, entre ellos, desde luego, las grandes empresas fabricantes de discos vírgenes, quienes a la corta, y a la sombra de éste mercado cuasi clandestino, fueron quienes se llevaron la mayor tajada del negocio...y aún la historia sigue exactamente igual que hace poco más de dos décadas...

    Ahora bien, más allá de la piratería y de las empresas legalmente constituídas, yo diría que esta actividad nos ha demostrado, entre otras cosas, que la industria musical formal sí podía subsistir con precios más bajos; pero que la eterna codicia de los grandes mercaderes (generalmente transnacionales) distorsionó el mercado de tal modo que sólo una gran minoría tenía acceso a sus productos y, por tal razón, lo elevado de sus precios.

    Pero además, justo es tener en cuenta que en toda actividad económica exiten muchos gastos, los cuales deben ser cubiertos con el producto de las ventas de dicha actividad; esto es, por decirlo de alguna manera, una verdad de perogrullo, algo que nadie ignora. Entonces, no es lo mismo tener que pagar la renta de un local, electricidad, agua, servicio telefónico, empleados, insumos e impuestos estatales de varios tipos, y encima de ello generar las ganancias para el o los propietarios de dicha empresa, a no tener exactamente la mayoría de gastos más arriba descritos. Sin embargo, estoy seguro que con reglas de juego más claras y justas en cualquier actividad económica, es muy posible reducir las clásicas distorsiones que los mismos empresarios producen, en su afán de lucrarse obteniendo cada día mayores beneficios, pero invirtiendo la menor cantidad de recursos posibles; incluso, explotando a sus subalternos...

    Pero aún hay más: quizás alguien pudiera preguntarse, ¿y qué sucede con los gobiernos? ¿Por qué estos no actúan de manera más enérgica para combatir la piratería, sobre todo en los países subdesarrollados? Pues aquí está la otra cara de la moneda, porque la lenidad que se observa en el combate a las actividades comerciales piratas, obedecen a una estrategia política que muchos gobiernos de países subdesarrollados han tenido que "soportar", porque si bien es verdad que esta no contribuye de manera formal a enriquecer el erario público pagando impuestos, por ejemplo, en cambio, sí permite que millones de desempleados obtengan un modo de vida, combatiéndose de este modo los altos índices de desempleo que son muy característicos en nuestros pueblos. Es decir, la piratería podrá ser un negocio ilícito, pero a su vez es una fuente de empleo para millones de personas hambrientas y ociosas, y ningún gobierno querría enfrentar las consecuencias que una muchedumbre de desempleados ocasionaría; pues ello sería una peligrosa fuente de desestabilización política de consecuencias bien conocidas. Y repito, ningún gobierno querría tener que enfrentarla. Pero además, ¿por qué creen ustedes que muchos de nuestros gobernantes defienden los derechos de los nacionales que viven de manera ilegal en los grandes países desarrollados? ¿Acaso porque les duele la situación de su gente...? Quizás...pero lo cierto es que a cualquier estado le convendría más tener cientos de miles de sus ciudadanos viviendo ilegal en algún país desarrollado, que tenerlos ociosos en el suyo. Es una realidad muy difícl de ver y aceptar, pero realidad al fin, nos guste o no. Luego entonces, yo diría que con la piratería se presenta algo similar; es decir, que la misma podrá ser ilegal, pero tampoco es menos cierto que ella le genera ingresos a quienes la practican y así se evita que en dichos países se produzcan movimientos sociales desestabilizadores para dichos gobiernos...

    Luego, como puede verse, amigo Pablo, tal y como usted mismo lo acaba de expresar, esta es una situación muy difícil de resolver. Se trata del derecho que tiene el hombre de procurarse su sustento para sobrevivir en un mundo cada vez más globalizado y en donde la competencia cada día es más estrecha y brutal. Nadie me puede decir a mí que me muera de hambre, o que salga a las calles desnudo y/o descalzo. De algo tengo que vivir. Pero el problema es que en esta situación están inmersos millones de seres humanos en varios continentes, y es muy incómodo observar cómo son precisamentes las personas potentadas, poderosas y privilegiadas, quienes nunca han pasado hambre ni desnudez, aquellos que poseen aviones y costosísimos yates de lujo, los cuales utilizan para vacacionar y darse la buena vida, quienes nos "invitan" (por no decir que nos ordenan) "a no consumir productos piratas", cuando a decir verdad, muchos de ellos eso es lo que en realidad son, unos piratas; ya que nos quitan el derecho que tenemos a disfrutar de la cultura, la educación y la salud. ¿Entonces, quiénes son los verdaderos piratas?...

    Última edición por Alexis; 22 enero 2012 a las 02:59

  8. Los siguientes 2 Usuarios agradecieron a Alexis este mensaje:

    Cantonuevo (21 enero 2012), Pablo Chavarría (21 enero 2012)

  9. #5
    Fecha de ingreso
    abril 2011
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    Agradecido: 2055

    Predeterminado Re: Georgia, aqu? en mi mente.

    Y Ud. da en el clavo igualmente: Gobiernos tan grandes como el de Estados Unidos, Francia y España son mucho más "costosos" que, por ejemplo un gobierno como el de mi país, donde somos pocos y las instituciones no son grandes en número y en cobertura. De allí que los industriales norteamericanos, siempre hayan sido como ya los hemos descrito. La relación Estado-industria, no es difícil de entender: mientras mayor sea el alcance de la industria, más impuestos paga y más ingresos para los gobiernos. Es decir, las leyes de derecho de autor, protegen al autor y, lo más importante, al industrial, a sus ganancias y a los ingresos por concepto de tributo que tienen los gobiernos. Esa es la trama del poder detrás de leyes como SOPA, PIPA, Sinde y etc.

    No se niega el derecho a los autores; pero es necesario que cambien las formas y maneras de la industria y de las legislaciones. La persecución de los piratas solamente ha promovido el desarrollo de técnicas cada vez más complejas de piratería. Internet se convirtió, en los últimos años, en un gigantesco mercado de trueque... concepto que a los capitalistas modernos ya no les parece, al no haber una manera clara de subsanar los costos fijos de sus empresas. La estrategia entonces fue en el sentido contrario: desbaratar el mercado global del trueque y combatir a los piratas que aparecían y desaparecían por todos lados y con mejores recursos cada vez.

    ¿Qué hubiera pasado si aprovechando el Internet, las empresas hubieran encontrado una estrategia de distribución masiva a un costo más bajo y con mayor diversidad? Parece que lo que no entendieron estos empresarios y la mayoría de los políticos, es que en esta era, toda la información se podría mover en muchos sentidos y con mayor rapidez. Ejemplo: la locura de ayer. Los medios de comunicación y la industria del entretenimiento siempre vieron al Internet como una amenaza y nunca como una oportunidad, entonces jamás pudieron aprovechar los factores internos de sus empresas, reducir sus costos, diversificar sus productos y ampliar sus mercados. Es decir: no pudieron hacer una estrategia de negocios. ¡Vaya ironía! Los industriales de Hollywood, quizá preocupándose demasiado por producir banalidades, no supieron ser industriales verdaderos.

    ¿Por qué los gobiernos no facilitaron a los piratas, la obtención legal del material con Copyright? ¿Porque si los E.E.U.U es la verdadera tierra de las oportunidades, no "legalizó" a estos distribuidores, ampliando su base tributaria? Y las industrias del entretenimiento ¿Alguna vez van a agilizar sus métodos o creen, como buenos empresarios, que tienen todas las respuestas?

    Lo que dice Alexis, por otro lado, es que varios usuarios de Internet, constituimos una minoría que la industria dejó desatendida y probablemente así seguiremos siendo, porque nos gusta revelarnos. Los contenidos comercializados y distribuidos por las grandes casas discográficas o producidos en los estudios de cine y de televisión, poco o nada tienen que ver con algunos de nosotros. ¿Se olvidaron que en el mundo sigue habiendo gustos para cada persona? La minoría, no es tampoco tan pequeña, si se suman a todos los afectados, a lo largo del globo. Allí se vulnera el derecho de nosotros, colateralmente insisto; pero con las mismas consecuencias trágicas que ya se han mencionado.

    Dentro de todo, la caída de Megaupload supone un cambio en las formas de Internet y no en las relaciones básicas que se han creado. El modelo cooperativo de la red, algo que podríamos llamar el Efecto Wikipedia, no cederá. Somos, como han dicho los creadores de esta página, una sociedad global de autores. Cambiarán los medios, porque como dije en el artículo pasado, la Cultura seguirá de nuestro lado. Pequeño detalle que ignoran los periodistas, no son los artistas quienes producen la cultura, pues el arte siempre ha requerido que un público la acepte, para perdurar.

    Saludos.

  10. Los siguientes 2 Usuarios agradecieron a Pablo Chavarría este mensaje:

    Cantonuevo (21 enero 2012)

  11. #6
    Alexis Visitante

    Predeterminado Re: Georgia, aqu? en mi mente.

    Parecería mentira, pero en esta problemática tenemos poderosos aliados; más de lo que nos imaginamos e, incluso, donde menos los esperaríamos. ¿Por qué, dónde están, quiénes son? Me refiero a empresas formales y legalmente constituídas, y no es necesario pensar ni analizar mucho para darnos cuenta de la veracidad de tal afirmación; además, en mi anterior intervención en este mismo hilo, ya mencioné uno de ellos: las empresas que producen discos vírgenes, por ejemplo. ¿Les convendría a estas empresas (en su mayoría transnacionales) que el combate a la piratería fuera eficaz?...No lo creo; pues ello se traduciría en una considerable merma en sus ingresos, puesto que son precisamente los "piratas" quienes invierten a diario millones de dólares para adquirir sus productos. Esto es algo que nadie ignora, y los políticos y los gobiernos en general lo saben, incluyendo, por supuesto, a los de Estados Unidos y Europa.

    Permítanme compartir con ustedes otra pequeña experiencia que tiene mucho que ver con lo que más arriba les digo: hace unos siete años, andando por una de las calles caraqueñas, de repente ingresé a un viejo recinto ubicado en una zona céntrica de esta capital. Lo que vi en el interior de aquel legendario edificio me dejó perplejo: resulta que allí tenía asiento una gigantesca organización de hombres y mujeres, todos ellos absortos en la elaboración de discos y películas piratas. Pero lo sorprendente del caso era que entre los integrantes de este colectivo había una clara división del trabajo, lo cual me hizo ver cuán prósperos ya eran y lo lejos que estaban llegando: unos imprimían y distribuían las carátulas de los discos y las películas, todas ellas muy bien realizadas y a todo color, con un arte que nada tenía qué envidiar a las de los discos legales y que maravillaba a cualquiera que las viera; entre ellos yo, por supuesto. Por otro lado, había quienes se encargaban de realizar las grabaciones de los discos vírgenes, otros los colocaban dentro de sus respectivos empaques; incluso, y para mi sorpresa, hasta se podía conseguir las carátulas de cualquier disco musical o película por separado, si algún cliente así lo requería. Pero mi sorpresa no terminó aquí: resulta que cuando pregunté por el precio de los disco, estos eran tan bajos que luego que los compré no podía creerlo; pensaba que todo era un sueño del cual me iba a despertar. En fin, había que tener en las manos uno de estos ejemplares para apreciar la calidad artística y el esmero con que habían sido elaborados; pero además, estos "piratas" tenían álbumes que en las tiendas "legales" eran muy difíciles conseguir, por no decir impolible...¿Entonces, qué alternativas nos ofrecían los mercaderes "legales" de la música y el cine?: ¡Si yo no lo tengo, tú no puedes escucharlos ni adquirilos en ningún otro lugar...¡Qué bien, muy bonito!...¿verdad?...Ni lavaban ni mucho menos prestaban la batea...

    Pero hay más todavía: desde que era un niño he venido observando, tanto en aquellos viejos discos de acetato/vinilo y luego en los casset, así como también ahora en los modernos compactos, una extraño, imperativo y, por lo demás, leonino mandato: "Se prohibe el alquiler, préstamo y/o ejecución pública de esta obra". Entonces, me pregunto: ¿significa esto que si algún amigo tiene un disco o película que a mí me interese ver y/o escuchar, no podría prestármelo, porque estaría infringiendo una ley de protección de derechos de autor? ¿Es esto justo y coherente? Y de igual manera, si yo tengo algún disco, y el compañero Pablo no lo puede adquirir, pero lo quiere escuchar y me lo pide prestado, ¿qué se supone que le voy a decir?: ¡¿que no puedo prestárselo porque la ley me lo prohibe?! Pero además, y para que quienes lean este comentario se rían un poco, supongamos que ambos seamos vecinos, y me disponga a escuchar mi disco, ese mismo que él desea oir, pero que yo (según la ley) no puedo prestarle, ¿qué le diría? ¿Que debe taparse sus oídos porque él no puede disfrutar mi disco, y que tampoco tiene derecho a escucharlo de otra fuente? ¿No es esto absurdo y arbitrario?...¡Esto es como para morirse de risa!; pero además, es igualmente una pequeña muestra de hasta adónde son capaces de llegar los mercaderes del arte para proteger sus mezquinos intereses.

    Quien tiene mas saliva, come más hojaldres / Recuerdo que ya para finales de la década de los 70, específicamente en 1979, se estaban popularizando los para entonces modernos reproductores y grabadores de cassettes. Es indiscutible que la aparición de estos artefactos les creó un grave problema a la industria discográfica, porque se iniciaba de este modo una nueva era en la comercialización de la música y, por consiguiente, un nuevo tipo de relación consumidor - frabricante - artista, puesto que ya no necesariamente dependíamos de ir a una tienda a comprar un disco de vinilo (LP), sino que al disponerse de un grabador de cassette, sólo bastaba adquirir uno en blanco y así podríamos grabar a nuestro antojo todo cuanto quisiéramos; amén de que dichas cintas eran regrabables de manera ilimitada y a muy bajo costo. Fue entonces que a alguien se le ocuririó sugerir en República Dominicana, que a los productores e importadores de cassettes en blanco había que cobrarles un impuesto para ser distribuído entre los artistas, porque al fin y al cabo, las canciones que se grababan estaban protegidas con derechos de autor, y los mismos no se beneficiarían de tales copias. Sin embargo, en mi opinión, esta disposición (que por cierto, nunca se puso en práctica) no era muy viable implementar. ¿Por qué razón?, pues porque no era nada práctico determinar a qué artista debebía dárseles tales regalías; me explico: cuando yo adquiría un cassette en blanco, tenía plena libertad de grabar al artista que quisiera (en mi caso, el trovador cubano Silvio Rodríguez fue blanco de mi predilección, así como el grupo Los Calchakis, de Argentina). Ahora bien, cabría preguntarse: ¿cómo se determinaría a cuáles artistas pagarles dichos derechos de autor? ¿Cómo se determinaría eso? ¿Quién lo haría? Esto era una labor prácticamente imposible de realizar, dada las circunstancias. Entonces, ¿cuál habría sido la solución? ¿Acaso eliminando del mercado los cassettes en blanco? No lo creo, porque de haberse hecho, ello habría implicado que también tendrían que comenzar eliminando aquellos modernos grabadores de cassettes, y ello no iba a caer nada bien en el seno de las grandes corporaciones dueñas de dicha tecnología, las cuales, como sabemos, eran y siguen siendo muy poderosas a nivel internacional. Pero además, la eliminación de los cassettes en blanco, así como también la de los correspondientes grabadores, habría significado un estancamiento de la tecnología, y ese era "un lujo" que nadie podía (ni mucho menos quería) darse. Entonces, aquí hubo un punto a favor de la piratéría y de aquellos que aunque no eran "piratas", ya no necesariamente tenían que acudir a una tienda de discos para adquirir una obra, sino que bastaba tener un cassette en blanco para grabarla a su antojo...

    Fue exactamente lo que sucedió hará unos quince años, cuando se popularizaron las modernas quemadoras de discos compactos. Nadie ignoraba lo que sucedería cuando estas salieran al mercado, pues al igual que ya había ocurrido en los años 70 con los cassettes, aquí la industria discográfica otra vez tendría que "halarse los cabellos" contra los intereses de las empresas productoras de la nueva tecnología digital; los primeros sabían que en torno al bum de estos nuevos e innovadores aparatos, se desarrollaría un nuevo tipo de piratería, más sofisticado aún que el de décadas precedentes, y que muy posiblemente el resultado sería el mismo: elaborar leyes antipiratería que al fin y al cabo, poco o ningún efecto tendrían para preservar sus intereses. Por consiguiente, tanto como ayer, los hombres de hoy estamos afectados por un dilema muy difícil de resolver: por un lado, los intereses de los creadores de arte, a quienes justo es reconocerles el derecho que poseen por las obras que ellos crean. Por otro, aquellos que producen los medios tecnológicos necesarios para hacer visible y transmitir ese arte en todas sus formas y esplendor. Estos últimos también son creadores en el sentido más amplio de la palabra; pues no sólo son artistas de las ciencias, sino que dedican horas para desarrollar la tecnología que hace posible que nosotros, incluso, estemos comuncándonos en este momento por medio de nuestros modernos ordenadores, a través de Internet. Aquí hay ciencia y tecnología, misma que fue creada y desarrollada por hombres y mujeres muy talentosos (sin lugar a dudas) y es justo y necesario reconocerles sus logros a ellos también, ya que sin dichos logros, no estaríamos nosotros disfrutando
    del arte de esta manera tan eficaz , ni tampoco podríamos comunicarnos como lo hacemos ahora, por este mismo medio. Pero además, en medio de esta cadena estamos nosotros, los consumidores, para quienes al fin y al cabo van dirigidos todos estos progresos de la ciencia y la tecnología; muchas veces, a un precio demasiado oneroso para las grandes masas...pero ahí están...

    Entonces, como claramente puede observarse, las relaciones comerciales entre los hombres siempre resultan muy complejas y conflictivas, porque, entre otras cosas, cuando menos bajo las leyes del capitalismo, siempre se generan contradicciones entre todos los actores que intervienen en el proceso de producción de bienen materiales: Quien vende querrá hacerlo al precio más alto posible; pero quien compra querrá hacerlo al precio más bajo posible. Luego entonces, aquí interviene otro factor muy importante del proceso de producción: la competencia entre quienes venden u ofrecen sus productos. Pero lo que muchas veces no se dice es que si algún oferente es más poderoso que otro, es muy probable que éste último termine fuera de la competencia, y esto no es bueno para el consumidor final. Además, ya es bien sabido que muchas veces, hay competidores que han sido "sacados" de la competencia a través de jugadas sucias y de lo que también se ha llamado competencia desleal. Entonces, me pregunto: ¿no es esto piratería?...¿Y los que utilizan información privilegiada para realizar operaciones fraudulentas en destrimento de las grandes mayorías? ¿No es esto piratería también? Y como siempre, nosotros, las grandes mayorías, quedamos atrapados una vez más en medio del fuego cruzado entre poderosos.

    El enemigo de mi enemigo es mi amigo
    / Es bueno que tengamos bien claro que lo que ha sucedido con el cierre de Megaupload no fue una simple aplicación de las leyes antipiratería; de ninguna manera. La cosa es mucho más compleja de lo que parece: lo que tenemos en puerta es un guerra de poderes de gran alcance. Tanto es así, que para nosotros (y ya lo dije más arriba) las empresas productoras de discos compactos vírgenes, entre otras, son nuestros aliados en este momento. ¡Pero mucho cuidado!, no vayan a creer que ello es así porque dichas corporaciones están integradas por personas altruistas y bonachonas; en lo absoluto. Sino que a estas tampoco les conviene que se cierren los sitios en donde se puedan hacer descargas, porque donde hay descargas es muy probable que haya que grabar en algún dispositivo: un disco en blanco, por ejemplo; y ellos lo fabrican. Pero además, mucho me gustaría preguntarle a los jerarcas de Microsoft si ellos apoyan el cierre de Megaupload. Es posible que por fuera digan que sí; pero la verdad es que detrás de esta hipócrita respuesta, estaría un NO subrepticio que los quema en sus entrañas...

    Sospecho que la situación ahora es más interesante que nunca. Esperemos y ya veremos...




    Última edición por Alexis; 22 enero 2012 a las 05:59

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    Cantonuevo (22 enero 2012), Pablo Chavarría (22 enero 2012)

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