Desde hace décadas he venido escuchando "Que las crisis son una gran oportunidad para crecer", y es evidente que con lo tocante a la situación planteada con las famosas leyes "S.O.P.A", "SINDE" y afines; y más recientemente con la escalada emprendida contra servidores de intercambio como Megaupload, existen dos grandes grupos que también tendrán que aprender a crecer. Pero para ilustrar mi reflexión, pondré un pequeño ejemplo en el cual, como sonsumidor de cultura que al fin y al cabo soy, me vi involucrado.
Para mediado de la década de los ochentas, y luego en plenos años noventas, sentí la necesidad de reecontrarme con todas aquellas viejas canciones que en mi patria natal escuchaba de niño. Sin embargo, cuando iba a alguna discotienda a buscar el disco de acetato o, en su defecto, el casett; pues los discos compactos todavía no eran muy populares por su costo prohibitivo, lo cual los hacía algo inaccesible para las mayorías, resulta que o no aparecían, o sencillamente, los precios eran muy elevados para un consumidor de bajo poder adquisitivo como yo. Luego entonces, debía regresar a mi casa encogido de hombros y lleno de lamentaciones. Hasta que de repente y como por arte de magia, apareció un grupo de personas con mucha visión, quienes de inmediato empezaron a buscar, recolectar y reciclar todas esas vetustas canciones tan famosas y populares que tanto se dejaron escuchar por la radio de nuestros respectivos países. Furon ellos quienes hicieron posible que millones de personas nos reencontráramos con aquellos viejos tesoros musicales, los cuales permanecían "ocultos y empolvados", quizás porque a los grandes mercaderes de la música no les era rentable comercializarlos (creían ellos). Estas personas a las que más arriba hago referencia, son precisamente los llamados "Piratas"...
Pero las cosas no se quedaron allí. Resulta que la industria discográfica "formal", de pronto comenzó a descubrir que aquel tipo de música sí era nuevamente rentable y que, por consiguiente, existía para ella un buen mercado del cual podian adueñarse. Fue entonces cuando desataron una feroz campaña contra los denominados "piratas"; esos mismos que de alguna manera u otra ponían en manos de los ávidos consumidores de música, aquellas canciones que otrora los comerciantes "formales" no habían querido sacar al mercado o, al menos, cuando lo hacían, el precio era demasiado oneroso para las grandes mayorías. Pero el problema de tal situación consistía, además, en que si bien estos grandes empresarios de la música y el espectáculo se quejaban de la piratería e, incluso, "nos aconsejaban" para no adquirir música pirata, porque ello le hacía mucho daño a la industria formal, tampoco hacían ofertas sostenibles para el público consumidor; luego entonces, nosotros, los consumidores, de repente nos encontramos en medio de un fuego cruzado: por un lado, estaban los "piratas" que nos ofrecían música, la gran mayoría de ella con buena calidad de sonido, por cierto, y a muy bajo costo; y por el otro, los "comerciantes formales", quienes como ya he dicho más arriba, no nos hacían ninguna oferta adecuada a nuestras necesidades y mucho menos a nuestras posibilidades adquisitivas. Entonces, ¿qué debíamos hacer?
Pero aún más: ¿qué hacer ante tal situación? ¿Qué lecciones debemos aprender de toda esta problemática suscitada, por ejemplo, con el cierre del servidor Megaupload? ¿Hay salida? En primer lugar, si bien es verdad que las soluciones a esta problemática no son fáciles que digamos, ello no implica que debamos arrojar la toalla, como si todo se hubiera perdido; de ninguna manera. Y aquí coincido plenamente con lo dicho por el compañero Pablo Chavarría, al inicio de este hilo. En segundo lugar, también coincido con el hecho de que ciertamente los grandes mercaderes del espectáculo y la cultura tendrán que repensar sus estrategias de mercado. Estos últimos deberán entender que por encima del lucro económico de unos pocos, se ubican los derechos de las grandes mayorías. Deberán comprender que tenemos pleno derecho a disfrutar de la cultura en todas sus formas, y que toca a ellos buscar la mejor manera para hacer que esta nos llegue sin trabas, ni tampoco calculando únicamente lo que a ellos les convenga mejor, pasando por encima de todo mundo, como si sólo estos tuvieran derechos.
Y ya para finalizar, quiero hacer una importante aclaración: no es que apoye de ninguna manera el desconocimiento a los derechos que sobre alguna obra pueda tener su autor. En lo absoluto. Además, creo que las personas tienen pleno derecho a vivir dignamente del arte que cultivan y desarrollan; en ello no hay nada de malo. A lo que sí me opongo son a esas deformaciones a las que ya nos tienen acostumbrados los traficantes de la cultura; aquellos para quienes su lucro particular es lo primero y lo ubican por encima del bien y del mal...