Compañero Txema:
Tanto me ha conmovido tu mensaje, que en medio de la recuperación me he decidido a escribirte un poco. No sé mucho; pero siento mucho, eso, creo yo, es ser un poeta, no buscar el conocimiento sino dejar que el conocimiento nos acuda, no buscar la inspiración; sino vivirla. Nuestro trabajo, como me lo dijo un amigo a los catorce años, es sentir.
Creo que hay muchas cosas que se pueden hacer para volver a la poesía y la principal es no volver; no forzarla sino dejar que vuelva, que regrese en su momento poco a poco. Lee, definitivamente tienes que leer. Desprecia la escritura en cualquier forma, date cuenta que leer es infinitamente más placentero. Resta dinero de tu presupuesto para la comida y compra libros, si son de segunda mano, mucho que mejor. Sin hambre, no hay poeta.
Lee murmurando, siente las palabras en tu lengua: su sabor, su forma, su sonido. Déjate seducir por el encanto. Abandona la búsqueda de significados, entiende que las palabras solo tienen valor por un instante y por ello, hay que cuidarlas demasiado. No saltes a dar tu opinión sobre cualquier tema, siente el silencio y siente que callar a menudo es mejor que decir algo.
Busca y deja la compañía de los hombres, desarrolla lo social así como lo íntimo. Calla. No digas lo que sientes, ni lo que piensas, ni lo que entiendes. La poesía es un culto a la palabra y debe de vivirse con la mente, con el cuerpo y con el espíritu. No sé a quien se le ocurre ser poeta en estos tiempos tan jodidos; supongo que también requiere un poco de locura.
Busca la locura, la sin razón, la imperfección, define tus certezas y luego duda, por completo, de todas ellas. Así es la poesía. Así son las musas que nos asaltan en la medianoche o en el mediodía; en la nieve más helada o en los cálidos veranos donde la sequía impera: hay que tener sed y hambre de palabras para ser poeta, para tener el cuidado suficiente con nuestro lenguaje. Ama al lenguaje, por sobre todas las cosas y estudia siempre la gramática, porque el idioma es nuestro barro tibio, nuestro lienzo blanco, nuestro espacio abstracto y nuestro aire. El lenguaje es nuestro todo. Es imperfecto y aún así, resulta que lo amamos.
Poco a poco te irás levantando, mi querido Txema y hallarás en las palabras el lugar que sanamente te está correspondido. Volverás, yo sé que volverás.
Pablo.