Elena - mi robot - mi mujer perfecta

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ELENA - MI ROBOT - MI MUJER PERFECTA

Aqui dejo las 6 primeras paginas de mi relato: Elena - Mi Robot - Mi Mujer Perfecta. Conta de 29 paginas, y, la version original, es de sexo explicito, y, en primera persona, la version que posteo aqui, de la que dejo, las 6 primeras paginas, tambien es para adultos, y no es en primera persona, aunque el sexo explicito existe, pero suavizado.

Si alguien quiere leer todo el relato, en la version original, o, en esta version, que se ponga en contacto conmigo, por MP, y si acepta darme el correo electronico, se la enviare sin cargo alguno, solo enviare una version por peticion, y, no enviare la segunda version, a quien le envie la primera, o a la inversa, lo puedo entregar, (Enviar) en PDF y EPUB, sin marcas de agua.

Este Relato, esta registardo en SafeCreative, tiene reservados todos los derechos digitales, y, la propiedad digital, esta incluido dentro, de un volumen de relatos para dultos, de sexo explicito con este enlace: "http://www.safecreative.org/work/1404300758194"; pero no tiene activados los servicios de informacion.

OJO: RELATO PARA ADULTOS

ELENA - MI ROBOT - MI MUJER PERFECTA

José Luis Strong, vivía en el planeta tierra, y, actualmente tenia, treinta y dos años, cerca de los treinta y tres, venia de una familia importante en ese planeta, su bisabuelo, es mandatario del planeta Tulcron, en la Galaxia de Andrómeda, el pobre, ya es bastante mayor, José Luis pensaba, que según el calendario terráqueo, que se ajustó nuevamente, hacia trescientos años, tras descubrir, nuevos datos prehistóricos, por lo que se aumentó, dieciséis días más, pasando a tener el año, trescientos noventa y un días, ahora, su bisabuelo debe tener, ciento cuarenta y siete años, el abuelo de José Luis, es uno, de los más importantes capitanes espaciales, es, capitán de una nave interestelar de pasajeros, y la madre de José Luis, está en el gobierno del país, en que vive el muchacho, no conocía a su padre, ni a su abuela, pero si, a su bisabuela, y no los conocía, porque tanto su abuelo, como su madre, fueron padres sin pareja, José Luis, ya está en una edad que le dicen, que tiene que ser padre, pero está esperando, que le apliquen la tecnología, anti envejecimiento, que se hace, al cumplir treinta y siete años, después, su promedio de vida será, de unos ciento sesenta años, sin envejecer, ni padecer enfermedades, degenerativas, ni mortales, en eso, la ciencia había avanzado mucho, en los últimos cuatrocientos años.

Su historia, ya está más o menos contada, salvo que actualmente, tiene, tres carreras implantadas en su cerebro, y que, es capitán de nave de defensa interestelar, de alta tecnología, también espera que le entreguen una nave, en un corto espacio de tiempo, lo demás, referente a su formación, queda de momento omitido.

La elección de la mujer, que sería perfecta para él, la hizo tras mucho pensárselo, y, después de varios años, de búsqueda de algo, que hoy en día es harto difícil, porque los humanos, ya no tienen sexo entre ellos, aunque eso, tampoco es del todo cierto, pero es así, quizás, de todos sus compañeros, y, compañeras de promoción, que son muchos miles, si se buscaran, se encontrarían a quince o veinte, que, hubieran tenido sexo con una mujer, o con un hombre, la razón, son los vicios, o como se les quiera llamar, que llevan arrastrando los humanos, desde hace más de setecientos años, cuando salió a la venta, un auténtico robot a la carta, ya fuera macho, o hembra, que tanto vestido, como desnudo, parece un ser humano, sudan, comen, utilizan el baño, y, necesitan dormir, todo eso claro está, si así lo pide el interesado al encargarlo, a estos robots se les llama, chico, o chica, además que se les puede poner un nombre, pero nadie, excepto su propietario, puede hacer que uno de esos robots, haga algo, mientras que su propietario, o propietaria, no le dé permiso, para obedecer a otro humano, desde entonces, la sexualidad entre humanos, se ha deteriorado hasta el punto, que las mujeres, y los hombres, solo salen juntos, como buenos amigos, y poco, o nada más.

El hombre, o mujer, que ha tenido sexo con un humano, está considerada una gran persona, y, admirado por todo su entorno, aunque también, se suele guardar el secreto, para, que no se pueda difundir en exceso, solamente suelen saberlo, sus más íntimos, y poco más, si bien, en ocasiones se decía, para dar envidia a otros humanos.

Con veintitrés años, cuando le implantaron su primera carrera a José Luis, en el cerebro, que no solo fue teórica, porque al día siguiente, él sabía hacer cosas, que nunca había hecho, fue a ver a su madre, al despacho del ministerio, José Luis vivía solo, desde los veinte años, aunque, en el mismo edificio que su madre, entro en el despacho, se besaron, y se sentaron en un sofá, que tenía su madre en aquel despacho.

Tras hablar de como estaban, y muchas cosas más, que se hablan, entre madre e hijo, José Luis le pregunto. —¿Mamá tú has tenido sexo con un hombre?

Su madre, tomo la pregunta, como si le hubiera preguntado, si comían juntos, y después de sonreírle, le contesto.

—Si hijo, pero hace mucho tiempo, fue, para que nacieras tú, y después, una segunda vez con otro hombre, pero la verdad, nada que ver con mi chico.

José Luis, que eso de su chico, más o menos lo sabía, le volvió a preguntar. —¿Qué diferencia hay entre tener sexo con un hombre y con tu chico?

Su madre le volvió a sonreír, y le contesto. —No te lo voy a explicar porque no lo entenderás, ¿Tú has tenido sexo alguna vez?

José Luis se puso rojo, como el vestido que llevaba su madre, y le contesto. —No mamá, yo aún no he tenido sexo con nadie.

Su madre le tomo una mano, y le dijo. —No te preocupes hijo, para tu cumpleaños, te regalare una chica preciosa, que estoy segura te gustará, y te hará feliz.

José Luis le contesto. —No mamá, yo no quiero una chica, quiero una mujer autentica, de carne y hueso, ¿Lo entiendes?

Su madre se carcajeo, y le dijo. —Ya estas como mi abuelo, que nunca quiso una chica, no…, si alguien tenía que salir a él.

José Luis, se levantó del sofá, y le dijo a su madre. —Está bien mamá, yo creí que me podías ayudar, y veo que no, ¿Cenamos juntos tú y yo solos?

La madre se levantó, y abrazo a su hijo, le dio un cálido beso en la frente, y le contesto. —Si hijo, y si quieres, seguimos hablando, nos vemos cuando salga.

José Luis, se despidió de si madre, y se marchó, a la hora que habían quedado, fue al ministerio, después de recoger a su madre, fueron a cenar, en el restaurante, la madre le dijo. —He pensado en unas chicas que conozco, que, si bien son algo mayores que tú, quizás alguna, acceda a tu deseo.

José Luis, le conteste. —Gracias mamá, creo que antes me excedí, al decirte que no me podías ayudar.

Su madre le sonrió, y le dijo. —También te puedo ayudar, si lo hacemos tú y yo, por lo menos lo pruebas, y, sabes lo que es, después te dejo a una chica que sabes que tengo, para que compares, si te gusta más una mujer real, o una chica.

El, la miro y le dijo. —Mamá…, eso no se puede hacer, eso se llama incesto, o como se diga, y además, no es normal.

Su madre, le contesto. —Ya lo sé hijo, pero no lo hago, por el hecho de cometer incesto, lo hago, para que después decidas, si quieres una mujer real, o una chica, además, sabes que eso, se suele hacer en todas las familias, en verdad, yo nunca más tendré sexo con un hombre, aunque lo tuyo es diferente, solo lo hago por ti, y, porque no lo considero, o, se considera tener sexo, se considera, opinar que gusta más, o, como es más placentero.

José Luis, casi enfadado, le dijo. —Va…, déjalo mamá, soy joven, y la vida da muchas vueltas, mejor, olvídalo todo.

Su madre, le pregunto. —¿Entonces no quieres conocer a las mujeres que te he dicho?

José Luis, le contesto. —Si…, claro, eso sí.

En pocos días José Luis, conoció a cinco mujeres, la mayor, tenía siete años más que él, y la menor, solo dos, salió con una y con otra, pero no había posibilidad de nada, no sabía, si su madre había hablado con ellas de su intención, o que ellas mismas, solo quisieron conocerle por compromiso, por eso, a los tres meses, solo quedaba una mujer, que seguían viéndose, una mujer encantadora, tres años mayor que José Luis, alegre y cariñosa, aunque con restricciones, no permitía nada más, que algún beso en las mejillas, y, que de vez en cuando, la tomara de la mano, pero José Luis no flojeaba, un día, estando en un local de ocio, tomándose unos refrescos, estaban sentados uno al lado del otro, y hablando de todo un poco, de repente, en un momento que ella, giro la cara para hablarle, José Luis, le paso la mano por el hombro, y la apoyo en su cabeza, la apretó hacia él, y, le dio un fuerte beso en la boca, sus lenguas, se encontraron casi deseosas, al tiempo que ella sorprendida, se separó, y le pregunto. —¿Estas tonto? ¿Cómo se te ocurre?

José Luis, le contesto. —Veras Elena, es que quiero tener sexo contigo.

Elena se carcajeo, y le dijo. —Pues será que no, yo no tengo sexo con hombres.

José Luis, le pregunto. —¿Y por qué?

Elena le dijo. —Yo tengo mi chico, en unos años seré madre por inseminación, y, creo, que nunca tendré sexo con un hombre.

José Luis, recordó al decirle Elena eso, que a las mujeres, les implantaban algo, para que no quedaran embarazadas, pero a los hombres, también se lo hacían, solo que, con bastantes más años de edad, que a las mujeres, porque antes, los hombres tenían que donar tres veces esperma, después, si querían ser padres, o madres, sabiendo quien era la otra persona, o, por practicar sexo voluntariamente, los médicos, mediante un tratamiento, les daba un tiempo en que el esperma volvía a ser bueno, o la mujer, podía quedar embarazada, José Luis, todavía no estaba en la edad de donar su esperma, así que el, si podía dejar a una mujer embarazada, si ella podía, o quería tener un hijo.

José Luis le sonrió, y le pregunto. —¿Pero si no lo has probado como es que no te da un poco de morbo pensar lo que se siente?

Elena, puso una mano en su pierna, y con un dedo estirado, empujo el pene de José Luis, después le dijo sorprendida, y casi gritando. —¡Estas empalmado! Si quieres, yo te ayudo a que te desempalmes, yo tengo un chico, y una chica, vamos a mi casa, y te dejo a la chica.

José Luis, aparto la mano de Elena, y le dijo. —No gracias, quiero una mujer, y quizás, la quiera para toda la vida.

Elena se carcajeo, y le contesto. —Entonces no seré yo, eso te lo aseguro.

Permanecieron callados durante un rato, después ella, le pregunto. —¿Quieres que te desempalme yo?

José Luis le sonrió, y le pregunto. —¿Teniendo sexo o masturbándome?

Elena se levantó, tomando a José Luis de mano, le hizo levantar, y seguirla, se detuvo en la caja, posó su ojo, sobre el sensor de reconocimiento de retina, y, salieron a la calle, caminaron despacio y en silencio, tras cinco minutos de caminar, agarrados de la mano, le dijo. —En ese edificio vivo yo, en la planta ciento cuarenta y tres, mi vivienda es media planta, si ya se, muy grande para mi sola, y la otra media la venden, ¿Quieres verla?

José Luis extrañado, le contesto preguntándole. —¿Yo porque voy a querer verla?

Elena le contesto. —Porque yo tengo la llave, y es en el único sitio, que te puedo desempalmar.

José Luis le dijo. —Elena, ya hace rato que se me ha bajado el pene, ¿O te crees que soy un chico?

Elena, tal vez sorprendida, o ignorante, le pregunto. —¿Ya no necesitas tener sexo?

José Luis se carcajeo, y le contesto. —Claro que necesito tener sexo, o que quiero tenerlo, como lo quieras decir, pero no por eso, tengo que estar siempre empalmado, como tú dices.

Elena sin inmutarse, le dijo. —Bueno pues entonces, si ya no estas empalmado, no hace falta que subamos.

A José Luis, le dio la sensación que Elena, no le había entendido, o mejor dicho, no quería escucharle, la hizo girar y mirarle a los ojos, mientras le decía. —Está bien, si…, sigo empalmado, venga subimos, y me desempalmas.

Entraron al edificio, y fueron a buscar el ascensor, Elena, puso su dedo en el sensor, y el ascensor, empezó un ascenso, vertiginoso en velocidad, hacia la planta, ciento cuarenta y tres, en poco más de veinte segundos, el ascensor, empezó su frenado, y, enseguida se detuvo, se abrieron las puertas, y salieron, Elena, coloco su dedo en el sensor, y su ojo, en el reconocedor de iris, la puerta de su vivienda se abrió, entro sola, y al momento, salió con una llave electrónica, fueron a la otra puerta, la coloco sobre el sensor, y la puerta se abrió, entraron, y, Elena cerró la puerta, luego, le enseño toda la vivienda, muy grande, y muy amplia, después, le pregunto. —¿Dónde quieres que te desempalme aquí o en el dormitorio?

José Luis, le contesto. —En verdad no lo sé, como no sé lo que vamos a hacer, creo que, en el dormitorio.

Elena, lo tomo nuevamente de la mano, la mente de José Luis empezó a pensar, pero no encontraba nada lógico en aquello, se imaginaba que Elena le masturbaría, y después, cada uno a su casa, pensó, que por eso se empezaba, y se dejó llevar por ella, para ver lo que sucedia, entraron en el dormitorio, y a los pies de la cama, le dijo Elena. —Bueno ya estamos, ahora me toca a mí.

José Luis se quede cortado, en realidad, no entendía nada, para él, el sexo era algo nuevo, y no sabía cómo se tenía que hacer, si bien había visto algún video, he inclusive, algunas chicas y chicos, teniendo sexo entre ellos, en un anuncio de venta de chicos y chicas, pero después, en todo era totalmente profano, bueno, en todo, menos en masturbarse, porque eso si sabía hacerlo, y decía que, ni le gustaba ni le disgustaba, en su concentración, casi no se dio cuenta que Elena, le había bajado los pantalones, se había puesto de rodillas, y se había metido su pene en la boca, en pocos segundos tuvo la sensación, de que su pene, estaba como un palo de béisbol, y quizás, en diez o quince segundos más, eyaculo dentro de su boca, pero Elena no se inmuto, siguió haciendo lo que hacía, como si aquello, no se terminara, o, se terminaría, cuando su pene se quedara flácido, y diminuto, así que, aun sintiendo un placer, que casi no se aguantaba derecho, José Luis, seguía firme en su posición, pronto noto que, contrariamente a que se le aflojara el pene, este, seguía tieso y duro, Elena, seguía con la felación, con ansia y sin descansar, al paso que le masajeaba, en tres minutos, o quizás menos, José Luis volvió a eyacular, en la boca de Elena, pero ella siguió, sin siquiera cambiar de ritmo, o de posición, lo único que hizo además fue, que manteniendo la punta de su pene en la boca, con una de sus manos, parecía, como si estuviera masturbándole, pero ya, su pene empezó a flojear, y pronto Elena lo soltó, y, se levantó.

Elena, miro a José Luis, se sonrió y le dijo. —Bueno, ya puedo lucirme, por haber hecho desempalmar a un hombre.

José Luis sorprendido, le pregunto. —¿Y esto es motivo de lucimiento?

Elena, le contesto. —Si tú no luces de esto, es porque eres tonto, parece que no sepas lo difícil que es, poder desempalmar a un hombre, bueno, ya me imagino que tu no lo puedes saber.

José Luis se carcajeo, y le dije. —No, yo se lo difícil que es, conseguir una mujer para tener sexo, o como tú, para que me haga una felación, sin casi conocerme.

Elena hizo oídos sordos, y le dijo. —Si quieres podemos ir a mi piso, me he puesto muy excitada, y quiero tener sexo.

José Luis, se volvió a carcajear, y le pregunto. —¿Y porque no lo hacemos aquí?

Ella casi ofendida, le contesto. —¡Contigo! ¿Tú estás loco? Yo no tengo sexo con hombres, para eso tengo a mi chico, pero si quieres te dejo a la chica que tengo.

José Luis, le conteste. —No, déjalo Elena, yo tengo tres chicas, pero no tengo sexo con ninguna, ¡Ha! Si necesito que me desempalmes nuevamente, ¿Te puedo llamar?

Elena le contesto. —No lo sé, en verdad me ha gustado, además, eso que escupe la punta de tu pene me gusta, así que cuando me necesites, me llamas, y si puedo, te desempalmo, pero dime, ¿Por qué no tienes sexo con tus chicas? Yo tengo un amigo que tiene cuatro chicas y lo hace con las cuatro.

José Luis, le contesto. —Porque yo no quiero a una chica, quiero a una mujer.

Elena, le dijo. —Pues entonces conmigo, no cuentes para el sexo, ya te lo he dicho antes, y te repito, si necesitas que te desempalme me avisas, y si puedo, lo hago.

José Luis, ya no quiso comentar nada sobre aquello, se subió los pantalones, y salieron de aquel piso, ella entro en el suyo, y él, se marchó. Así, estuvieron haciendo casi lo mismo, unos meses, donde cada dos o tres días, se juntaban, y Elena, le hacía una buena felación, a cambio que, José Luis eyaculara en su boca, porque le gustaba.

Un día José Luis, le propuso a Elena, hacerlo en su piso, ella acepto, pero le puso algún punto, que tenía que cumplir, como por ejemplo, llevar a su chico para tener sexo, después de acabar de hacerle la felación, Elena decía, que se ponía muy excitada, por eso, no quería salir a la calle excitada, y, con ganas de tener sexo, así que aquel día, José Luis fue a buscarla a su piso, en realidad no subió, la llamo, y ella, salió acompañada de su chico, y de su chica, se los presento, bueno mejor dicho, Elena, les presento a José Luis, y les dijo que, si les ordenaba algo, podían hacerlo, entonces el chico le pregunto su nombre, y la chica su edad, pero con día, mes, y año.

Después, Elena dijo. —Ya está, ahora reconocerán tu voz y te obedecerán, dentro de un límite claro.

José Luis le contesto. —Si claro, normal, eso es lógico.

El chico, se colocó a la derecha de Elena, y la chica, a la izquierda de José Luis, ella, la chica, tomo la mano de José Luis, como si de su chica se tratara, y, caminaron todos hasta su piso, José Luis, vivía muy cerca de los ministerios, y solo dos pisos, por encima de su madre, pero eso no era problema en nada, pues en ocasiones, habían pasado meses, sin verse madre e hijo, entraron en el piso de José Luis, y el, cerró la puerta, le enseño todo el piso a Elena, después de decirle a los chicos de ella, que se comportaran como en su casa, pero, sin preocuparse de nada, los chicos, tomaron asiento en el sofá, y permanecieron a la espera, tras enseñarle el piso a Elena, entraron en el dormitorio.

Una vez dentro, José Luis le pregunto. —¿Qué tal si nos desnudamos del todo y haces lo de siempre, pero acostados en la cama?

Elena, le pregunto. —¿No pretenderás tener sexo conmigo?

José Luis, le conteste. —No…, no que va, es solo una idea, no sé, así voy a poder tocarte las tetas, o yo que sé, lo que tú quieras que te toque.

Elena sorprendida, le pregunto. —¿Te atreverías a tocarme la vagina si te lo pidiera?

Tambien espero comentarios, Gracias por leerme.
Un Saludo