Mochila en mano y sin rumbo fijo.
El cielo, nublado por momentos, vaticina tormenta.
Lo recuerdos como gotas, golpean mi cabeza a cada paso,
no me dejan alzar la cabeza para ver el horizonte.
Los pies, cansados de andar, empapados de tristeza y dolor.
Detrás de mi, la rutina. A mi lado, la implacable soledad.
El mañana, incierto. La esperanza, nula.
¿Seguir así? El destino... dirá.
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